Capítulo 25. Una suplica
Leiah estaba sentada en la mesa del comedor, con las manos cruzadas sobre las piernas, los nudillos tensos, como si con eso pudiera aferrarse a su última pizca de dignidad. Frente a ella, Marcus hablaba sin pausa, extasiado por su propio discurso.
—Mi madre quiere que la boda sea algo refinado —decía—. Bocadillos franceses, cuarteto de cuerdas, arreglos con orquídeas... En tonos marfil, eso es elegante. El blanco ya está pasado de moda, ¿no te parece?
Ella no respondió. Solo asintió con la cabeza, aunque no sabía si lo había hecho en realidad o solo lo había imaginado. Su mente estaba lejos. Tan lejos que ni siquiera el perfume artificialmente intenso de Marcus lograba sacarla de esa niebla en la que había decidido esconderse.
No deseaba esa boda.
No deseaba a ese hombre.
No deseaba esa vida.
Quería desaparecer. Disolverse. Dormir por meses. Volver atrás y detenerse antes de tomar cada decisión que la había llevado hasta allí.
—Tu nuevo hermano es un idiota —soltó Marcus con desdén, s