Capítulo 24. Poner orden
El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Darren se incorporó en la cama de su apartamento con una pesadez brutal en el pecho. No había dormido más de un par de horas, pero tampoco lo necesitaba. Había pasado la noche en silencio, viendo su reflejo multiplicarse en los cristales, como si esperara encontrar una respuesta que lo liberara de ese absurdo torbellino emocional.
Encendió el celular. Doce llamadas perdidas. Cuatro mensajes de voz.
Todos de Leiah.
No los escuchó.
Los miró con una mezcla de ironía y cansancio. Vivieron juntos casi medio año. Medio año de caricias a medianoche, de silencios compartidos, de verdades a medias. Si había tenido una oportunidad para ser honesta, fue esa. Y no la tomó.
Darren deslizó el dedo sobre la pantalla, con el pulgar temblándole apenas.
Estuvo a punto de borrar los mensajes. Lo pensó en serio.
Pero por alguna razón que no supo explicar—ni quiso admitir—los guardó. Luego archivó toda la conversación. Como si una parte de él no