54. Aire soy al aire
Indra.
Fausto aceleró como solo a los hombres les gustaba hacerlo, el motor rugió y mi espalda se fue contra el asiento de piel.
Antes de hablar mire cada parte de Fausto perfectamente arreglada para la ocasión.
Las manos repletas de anillos de oro, el enorme Rolex en su mano izquierda, el traje que había elegido para hoy, como siempre haciendo resaltar sus ojos y el cabello perfectamente peinado hacia atrás.
—Ese fue un movimiento inteligente de tu parte—le susurré a Fausto mientras el esquivaba carros y yo rápida busqué mi cinturón de seguridad.
—Es muy difícil que alguien no me ame pequeña—me respondió burlón Fausto acelerando aún más cuando entramos a la zona hotelera de Cancún.
—Bueno cuando compras a la gente es muy difícil decirte que no—le respondí más tranquila e incluso una sonrisa coqueta se posó en mi rostro.
Fausto me imitó y se vio deliciosamente pícaro.
Pasamos de largo el centro de convenciones de Cancún el cual estaba resguardado bajo el mejor anillo de segurida