45. Recuerda respirar
Indra.
Entre el calor y las sonrisas ayude a Bernardo a desempeñar su labor en una región muy lejos de lo que yo conocía como Cancún.
Los montones de niños alzaron las manitas desesperados hacia los juguetes que habíamos comprado con el dinero de Fausto Gutiérrez.
A pesar de las altas temperaturas, la mayoría de los críos no traían zapatos mientras corrían entre la calle mal pavimentada con las ropas sumamente viejas.
La gente adulta era acarreada por personal de Iván para una comida y fotos bajo los toldos que se habían colocado para esta ocasión.
Fausto y mi padrino permanecieron encerrados en una camioneta con el aire acondicionado a tope. A ellos parecía no importarles mucho este tipo de eventos. Aunque yo no tenía la necesidad de asistir, quería hacerlo. Me gustaba ayudar a las personas. Mamá me lo había inculcado desde que tenía memoria.
Una niña regordeta y chimuela jalo mi pantalón de mezclilla, le tendí una pequeña sonrisa.
El gorro del partido me ayudó a ver mejor bajo