38. No soy el rey, soy el dios de esta tierra
Fausto.
Isla privada cerca de Ibiza, España.
Los enormes barcos se mostraron relucientes en mi muelle, algunos de mis aliados prefirieron llegar en helicópteros o aviones los cuales también debían de estar siendo atendidos en estos momentos por mi equipo de mantenimiento.
Después de todo yo era un digno anfitrión en nombre y apellido.
Mi isla privada en las tierras de España, era el único lugar verdaderamente mío.
Admire en silencio mi precioso y secreto hogar que yo mismo había diseñado en conjunto con los arquitectos.
Una mega mansión rodeada de naturaleza en medio de la nada. Con extravagantes lujos y sobre todo, lejos del horrible bullicio y circo que era la sociedad.
Mi amplio cuarto localizado en el tercer piso tenía las paredes echas de cristal polarizado y por supuesto blindado las cuales me dejaron ver el perfecto atardecer en el océano.
A Indra le gustaría ver este paisaje, se ve que es el tipo de niña a la que le encantan las cursilerías.
—Es hora