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capitulo 5. ¡Mírame a los ojos cuando te hablo!

-           Esa niña es muy amable jefe con todo mundo. Carlos no veía en pedro un rival, pero era mejor estar al tanto de todo, no quería sorpresas.

-           Gracias Pedro, vete a continuar con tus labores.

Carlos no quedó contento con las palabras de Pedro, tenía que hacer algo para evitar algo entre ellos dos y para cuidar y estar seguro de quienes se acercaban a Mary, Carlos puso uno de sus trabajadores para que lo mantuviera al tanto de los hombres que se acercaban a la joven y sobre todo que prestara atención a Pedro.

Mary en principio se sintió muy cómoda en el trabajo, era bien tratada, buen salario, Margaret y Marcela, la querían como a una hermana y Michael era un joven muy atento con ella, se iban de paseo, a montar a caballo, al cine, estudiaban en el mismo colegio y además estaba con su tía, pero eso había cambiado, sentía muchos ojos sobre ella que la vigilaban sin cesar, además de que muchas compañeras de trabajo no le hablaban y desconocía el porqué.

Rosa era una mujer muy astuta y sabía que debía proteger a su sobrina, que era lo único que le quedaba en el mundo. Tuvo una idea que consultó con ella. Fue hasta la habitación de la joven y le comunicò sus planes.

- ¿Casarme con Pedro? ¿tía no pudiste tener otra idea? 

 -Hija no se me ocurre nada mejor, eso es lo mejor para ti, Pedro es un hombre bueno, respetuoso, trabajador y además es el único que no te mira como si quisiera comerte.

- ¡Sé que habrá algo más que podamos hacer! - decía Mary caminando de un lado a otro.

-  Pues no se me ocurre nada más- dijo Rosa con decepción. El silencio reinó por un momento.

 – Está bien tía, pero que sea nada más para que todos esos tontos me dejen en paz, además dejarle muy en claro a Pedro que es un favor ¿me escuchaste tía?

 – Está bien hija, pedro es un buen hombre no tendrás ningún problema con él. – las dos mujeres se abrazaron.

Pronto corrió el rumor del compromiso entre Mary y Pedro, rumor que llegó a los oídos del jefe, quien explotó de furia.

- Maldito seas Pedro, maldito seas una y otra vez, espero que no le hayas tocado ni un solo pelo porque te mato. - fue tanta la ira de Carlos que casi destroza la oficina cuando le dijeron la noticia. El informante cuando vio el enojo del jefe salió corriendo del lugar.

Pedro era el hombre más feliz del mundo, desde que se hizo pública la noticia de su matrimonio con Mary se le veía de mejor semblante, él sabía que todo esto era una farsa, pero en el fondo de su corazón guardaba la esperanza de que Mary llegaría a amarlo y que se convertiría en su esposa de verdad ante los hombres y ante Dios.

Carlos no se quedaría con los brazos cruzados viendo como Pedro se quedaba con la mujer que tanto deseaba, ya tenía un plan y quería ponerlo en práctica, no se quedaría tranquilo, viendo cómo alguien que era nada comparado con él, le quitara lo que tanto ansiaba, estaba dispuesto a jugarse el todo por el todo con tal de salirse con la suya.

 - Tía rosa el jefe quiere hablar con Mary ¿sabes dónde está? una empleada de la hacienda buscaba insistentemente a Mary.

- Sí, ya la mando a buscar, está haciendo tareas con las niñas, ¿Dónde dices que está el señor? – Preguntó Rosa un tanto inquieta.

- En su oficina. Rosa sintió que todo se derrumbaba a su alrededor, sabía que se avecinaban problemas y muy graves.

Se escucharon suaves toques en la puerta. Una voz masculina contesto desde el interior.

 - ¿Quién?

– Señor, soy Mary.

- Adelante. - Mary entró en la gran oficina, permaneció de pie inmóvil frente al escritorio donde se encontraba sentado Carlos.

– Señor ¿usted me mandó llamar?

– Si, toma asiento por favor.

Mary, llevaba puestos unos jeans ajustados de color azul, una camiseta blanca y unos tennis, su cabello recogido en una cola de cabello.

- Gracias señor, pero, …

 - ¡Es una orden! - Gritó Carlos.  Mary antes de entrar a la oficina ya estaba nerviosa pero ahora lo estaba más.

¡Sí, sí señor ¡- contestó Mary cumpliendo la orden.

 - Seré directo contigo ¿es cierto que te casarás con Pedro?

– sí señor - contestó Mary con la mirada fija al piso y con ganas de salir de aquel lugar. Carlos se levantó de su silla y se acercó a ella.

 - No quiero que te cases con Pedro, no quiero que te cases con nadie. - Le dijo casi susurrando.

– Yo soy libre de casarme con quien quiera. Le contestó Mary con un poco de arrogancia. – Ni usted ni nadie me dirá lo que tengo que hacer.

- Terminando de pronunciar estas palabras sintió un fuerte golpe en la cara que la hizo tambalear. Carlos la sujetó con fuerza por ambos brazos y la hizo levantar.

-           ¡Mírame a los ojos cuando te hablo! ¡Te exijo que no te cases con Pedro! ¿me oíste? ¿Me oíste? ¡De lo contrario lo lamentaras! -Sus ojos se reflejaron en los de ella, sintió que su corazón latía más rápido de lo normal, no quiso esperar más y con furia la besó; La besó con hambre, con ganas, con fuerza. Levantó su menudo cuerpo y en la pared más cercana la inmovilizó, colocó una sus rodillas entre las piernas de ella y continúo besándola. Mary estaba muy asustada y confundida era primera vez que alguien la besaba y tocaba de esa forma, luchaba para soltarse de aquellos brazos que más parecían unos barrotes, pero le fue imposible, Carlos era un hombre bastante alto y corpulento, en cambio ella era muy delgada y mucho màs pequeña que èl. Èl continuaba literalmente devorándola. De repente su atacante paró y volvió a mirarla a los ojos - Que te quede claro, aquí mando yo, si intentas retarme te vas a arrepentir así que más te vale que no me provoques, ahora lárgate antes que me arrepienta de mis actos. Mary Salió corriendo llorando, estaba muy asustada, se limpiaba la boca una y otra vez como si hubiera comido algo desagradable.

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