Michael condujo hasta la hacienda; necesitaba tomar las riendas de los negocios de su padrino. Isabel iba muy callada, no le agradaba la idea de ver a Junior. Le parecía un ser egoísta, caprichoso, y sentía que se estaba aprovechando del amor que le tenía su madre y de sus ganas de recuperarlo.
—Ve a buscar a tu madre, yo te alcanzo luego —le dijo Michael mientras la rodeaba con sus fuertes brazos y la besaba apasionadamente.
Isabel preguntó a una de las empleadas y esta la llevó hasta la habitación de Junior.
—¡Mamá! —al verla, corrió a abrazarla.
—¿Y a mí no me vas a abrazar, hermanita?
—¿Cómo has estado, Junior? Quiero que te mejores pronto para que mamá se vaya de este lugar —respondió Isabel, sin darle mucha importancia.
—Mi madre se va a quedar conmigo —dijo Junior, mirando a Mary, quien le sonrió. Isabel se alegró al ver que ya la llamaba “mamá”. Sabía que, para ella, eso era algo muy importante.
—Me alegra, hermanito. Pero no te acostumbres, mamá tiene su propia vida y muchas