Michael necesitaba hablar con ella, pero las llamadas iban directo al buzón. Era evidente que no quería hablar con él. Michael comenzaba a sentirse mal; se preguntaba qué había hecho mal, si había sido demasiado rudo... En fin, estaba confundido y preocupado. Jamás le había pasado algo así con ninguna mujer.
Se dirigió al pueblo a comprar insumos y se prometió que luego iría hasta la mansión Martín para hablar con ella sobre lo ocurrido. Pero no tuvo que esperar. La vio antes de lo esperado: Isabel, sonriente, acompañada de un joven. Él la tomó de la mano y ella le devolvió una sonrisa radiante. Ingresaron a un café.
Desde su auto, Michael los observaba. Luego bajó y los siguió. Se sintió como un completo ridículo actuando de esa manera tan impulsiva y juvenil. Este papel de novio celoso lo hacía sentir bajo, pero aun así, continuó.
Para Isabel, todo era un juego. Sentirse deseada, observada... era lo mejor que estaba viviendo, sin saber que estaba jugando con fuego. Y que si seguía c