El mismo día
New York
Karina
Desde que entró Rogelio a mi oficina con esa actitud soberbia, sentí que la sangre me hervía. Traté de mantener la calma, de explicar mis razones, pero él se limitaba a interrumpirme con sarcasmos y miradas de superioridad. La tensión en la oficina era insoportable. Mi voz se quebraba entre la impotencia y la rabia, mientras el maldito insistía en desacreditarme.
Podía sentir cómo mi corazón latía demasiado rápido, mi respiración se volvía irregular, y un mareo me nublaba la vista. Lance irrumpió de golpe, con esa furia que solo le despiertan los que se atreven a faltarme el respeto. Lo vi sujetar a Rogelio por la camisa, lo escuché gritarle, defenderme… pero en ese instante todo comenzó a volverse borroso.
Abría y cerraba los ojos sin poder enfocar nada. Las voces se volvían ecos lejanos. Oía a Lance llamándome, suplicando que reaccionara, pero su voz parecía venir desde muy lejos. El calor de sus manos me sostenía, aunque mi cuerpo se sentía pesado, ajeno