Dos días después
New Yok
Lance
Ayer, en la oficina, invité a mamá y a Cristina a almorzar en nuestro departamento. Karina hizo lo mismo con su familia. Hoy es el día. La mesa ya está lista, el aroma de la comida invade la sala, y yo no paro de caminar de un lado a otro como si eso fuera a calmarme.
De pronto, Karina sale del dormitorio. Viste un vestido suelto de maternidad que la hace ver aún más hermosa. Me acerco enseguida.
—Estás preciosa, amor… —le digo, tomándole la mano y mirándola de arriba abajo con orgullo.
Ella sonríe con timidez.
—Gracias. Es cómodo, aunque… —se acaricia el vientre con cierta inseguridad—. ¿No me veo gorda?
—Todavía no. Y aunque lo estuvieras, me volverías loco igual. Esa pancita… te hace ver aún más adorable —respondo, acariciando su vientre.
El timbre de la puerta corta el momento. Los dos nos miramos.
—Deberías abrir —dice ella, nerviosa.
—Sí… ¿lista? —pregunto, soltándola despacio.
—Lista. Todo va a salir bien —contesta, aunque su voz tiembla.
Respiro h