Un mes después
New York
Karina
Estos días han sido de adaptación. Emma se despierta varias veces cada noche, pero Lance, por más cansado que esté, corre a atenderla y me la entrega para que la alimente. La casa todavía me resulta extraña; estar tan lejos de Central Park me cuesta, pero él se las arregla para que almorcemos juntos todos los días. Estrenamos la cama hace poco, y entre caricias, besos y juegos, encontramos nuestra manera de amarnos. Aún no podemos estar juntos como deseamos, pero Lance siempre me recuerda que me ama y que me espera.
Mientras termino de arreglar a Emma, ajustándole la ropita y poniéndole los últimos detalles, siento los brazos de Lance rodeándome por detrás. Un beso cálido roza mi mejilla, y su susurro me recuerda que debemos apurarnos.
—Amor, debemos apurarnos, se nos hace tarde —susurra robándome otro beso.
Intento ponerle los zapatos a Emma, pero la pequeña se queja y se mueve con impaciencia.
—Princesa, mamá no entiende que no te gustan los zapatos —br