Al día siguiente
Aspen
Lance
Me despierto con los primeros rayos de sol colándose por la ventana, los ojos aún entrecerrados por el sueño. Busco a Karina con las manos y la encuentro sentada en el borde de la cama, el cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros, mientras habla por teléfono. Una sonrisa se dibuja en mis labios; todavía recuerdo su reacción ante la sorpresa de anoche: la cabaña rústica, la vista de las montañas cubiertas de nieve, la cena junto a la chimenea, el regalo que le di… todo planeado para verla feliz.
Me acerco por detrás, abrazo su cintura, y dejo mis labios rozando suavemente su cuello. Sus dedos se tensan y me hacen señas para que me contenga, pero no puedo. Me siento a su lado, nuestras piernas se rozan, y lentamente la atraigo hacia mí.
—¿No te puedes controlar? —dice con un hilo de voz, entre risas y reproches mientras su respiración se acelera.
—No quiero —susurro, con suavidad, acariciando su espalda y guiándola con mis brazos.
La miro a los ojo