83. Sin Perdón
La mañana siguiente, Isidora y Diego llegaron al apartamento de Amy sin avisar. Era estrategia deliberada, no darle tiempo de preparar defensas o mentiras elaboradas.
Diego tocó el timbre. Una vez. Dos veces. Tres.
Finalmente, la voz de Amy sonó por el intercomunicador, adormilada e irritada.
—¿Quién es?
—Soy Diego. Con Isidora. Necesitamos hablar. Ahora.
Hubo pausa larga. Luego el zumbido de la puerta abriéndose.
Subieron las escaleras hasta el quinto piso en silencio tenso. Diego tomaba la mano de Isidora firmemente, ancla en medio de lo que venía.
Amy los esperaba en su puerta, vestida en bata de seda, cabello despeinado. Cuando vio a Isidora, algo de color drenó de su rostro.
—No esperaba verte aquí.
—Obviamente —respondió Isidora con voz fría—. ¿Nos dejas pasar o tenemos esta conversación en el pasillo donde tus vecinos puedan escuchar?
Amy se hizo a un lado con gesto brusco.
El apartamento lucía diferente de la última vez que Isidora había estado allí. Más desordenado. Botellas d