58. El Beso Mutuo
Isidora miró los ojos de Diego, viendo en ellos todo lo que él había dicho y mucho más que las palabras no podían expresar. Vio paciencia infinita. Vio amor sin condiciones. Vio respeto absoluto por su tiempo y su proceso de sanación.

Y tomó la decisión más valiente de su vida.

Se puso de puntillas, cerrando la pequeña distancia que quedaba entre ellos, y lo besó.

Fue diferente de cualquier cosa que hubiera experimentado antes. No fue tomado por la fuerza. No fue robado sin permiso. Fue dado libremente, con consentimiento mutuo, con deseo compartido y respeto absoluto.

Los labios de Diego eran suaves contra los suyos, moviéndose con una ternura que hacía que su corazón se expandiera dolorosamente. Sus manos se movieron a su cintura, no posesivas ni controladoras sino reverentes, como si ella fuera algo precioso que necesitaba proteger de todo daño.

Isidora profundizó el beso, sus manos moviéndose a su cabello, permitiéndose sentir sin miedo por primera vez en su vida. Sin la sombra del
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