Karin Moller regresó al escenario después del intermedio forzado por el escándalo. El murmullo nervioso de la audiencia llenaba cada rincón del Teatro Real. Periodistas tecleaban frenéticamente en sus teléfonos. Fotógrafos ajustaban sus cámaras, anticipando el momento.

Isidora permanecía de pie junto a sus diseños expuestos, sus manos entrelazadas con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Todavía procesaba lo que acababa de pasar. Clara siendo expuesta públicamente. Valeria admitiendo su complicidad. Rafael defendiéndola por primera vez en su vida.

Diego estaba a pocos metros, observándola con esa intensidad que hacía que su corazón latiera descontroladamente.

—Señoras y señores —comenzó Karin, recuperando su autoridad profesional—. Después de ese evento... inesperado, continuaremos con lo que vinimos a hacer. Reconocer el talento excepcional que define el futuro de nuestra industria.

El teatro se silenció gradualmente.

—El tercer lugar —anunció Karin— es para Laurent Dubois,