48. Regreso al Pasado
Fue familiar de maneras que Matteo había olvidado que podían existir. La forma en que Lucía sabía exactamente cómo moverse, qué hacer, dónde tocar. Era músculo memoria, dos años de práctica creando una sincronización que no requería pensamiento ni esfuerzo.
Cuando ella lo besó de nuevo, más profundo esta vez, Matteo no se apartó. El alcohol había erosionado sus defensas hasta convertirlas en polvo. La miseria de los últimos días, el rechazo constante de Isidora, la sensación de estar perdiendo una batalla que nunca supo cómo pelear, todo se mezclaba en su cabeza creando un ruido que ahogaba la voz que le decía que esto estaba mal.
Lucía lo guió hacia su habitación con la confianza de quien conocía cada duda, cada debilidad. Matteo la siguió porque era más fácil que pensar. Porque durante dos años, esto había sido su zona segura. Sin expectativas. Sin promesas. Sin el peso constante de decepcionar a alguien.
Las manos de Lucía trabajaban en los botones de su camisa con eficiencia practi