18. Lucía Ataca
El temblor de Isidora había cesado, pero el calor de la confrontación con Matteo persistía. Se obligó a concentrarse. Se vistió con el mismo traje de pantalón gris, el uniforme de su resistencia. Abajo, en el ala de servicio, Caterina la esperaba.
Eran las 9:15 AM. La hora exacta de su escape por el garaje.
Isidora se deslizó fuera de su suite, llevando solo un bolso con su cuaderno de diseños y el teléfono prepago de Diego. Se movía con la precisión de un fantasma.
Llegó al piso principal. Se dirigía hacia la discreta escalera de servicio cuando un sonido la detuvo. No era un grito. Era el sonido metálico de un tacón golpeando el mármol, seguido de una voz aguda y cargada de resentimiento.
—¡No voy a irme! ¡Matteo vive aquí! ¡Soy su prometida!
Isidora se detuvo en las sombras. En la sala de estar principal, flanqueada por las ventanas que daban al jardín, una figura escarlata discutía con un guardia de seguridad. Era Lucía Fernández.
Lucía se había vestido para la guerra: un abrigo ro