Capítulo 127 – Rotos y Cosedores
Alejandra miraba por la ventana mientras el viento tibio de la tarde movía las cortinas. Su vida, por fin, empezaba a estabilizarse. Ya no sentía dolor por Fabricio. No lo extrañaba. No lo odiaba. Solo le dolía haber sido tan débil... tan ciega. Le dolía, sobre todo, haber dejado a su pequeño casi dos años sin su madre.
Los recuerdos la asaltaron con una claridad brutal.
Fabricio le había pedido que fuera su novia durante el primer año de Ingeniería Civil. Apareció con rosas y poemas, todo bien armado para convencerla. Él venía de perder su primer parcial importante y le pidió ayuda. Alejandra, con el corazón abierto, cayó en la trampa.
Le ayudó en todo.
Le explicó materias enteras. Se quedaban noches enteras repasando. Lo cubría con los profesores. Incluso... lo ayudaba en los exámenes.
—No sabía nada —susurró Alejandra con rabia—. Y yo... yo cambiaba el nombre de mis exámenes para que él no perdiera.
El muy sinvergüenza falsificaba su letra. La