Capítulo 119 – La Madrugada del Perdón
La madrugada envolvía la habitación en un silencio cálido, de esos que no oprimen… sino que abrazan. El monitor marcaba el ritmo constante de un corazón. Uno nuevo, pequeño, creciendo. Y otro… roto, pero latiendo por amor.
Nicolás dormitaba en el sillón, con la cabeza ladeada y el ceño aún fruncido, como si incluso en sueños cargara culpas que no se iban. Tenía una manta sobre las piernas y los dedos entrelazados sobre su pecho.
Anahir lo miraba desde la cama, en silencio. Tenía los ojos húmedos, pero no lloraba. No ya. Las lágrimas habían dicho lo suyo. Ahora solo quedaba esa ternura inexplicable que nace cuando el enojo se disuelve y queda el amor… intacto, aunque golpeado.El descanso le hizo bien .
Extendió la mano libre, la que no tenía el suero, y con una delicadeza infinita, le acarició el rostro.
El pulgar se deslizó sobre su mejilla, dibujando un gesto que había aprendido de memoria.
Nicolás se estremeció con el contacto, aún dormid