Capítulo 118 – La Carta que No Grité
La habitación estaba en penumbras. Solo la luz suave del pasillo se colaba por la rendija de la puerta entreabierta, dibujando líneas doradas sobre las sábanas blancas.
Anahir tenía los ojos fijos en la hoja. La carta de Nicolás se extendía entre sus manos temblorosas, y el sobre de los análisis reposaba sobre su regazo como una promesa olvidada. Su respiración era lenta, controlada… pero sus latidos iban descompasados. Como si el corazón y la mente no lograran caminar juntos.
Leyó cada palabra despacio. No como quien busca entender… sino como quien necesita sentir.
"Vuelve a despertar la lluvia en mí…
Derramando toda su raíz sobre el papel…"
Sus labios se movían en silencio, repitiendo algunas frases que la atravesaban como cuchillas, otras que la acariciaban con ternura. Una lágrima resbaló por su mejilla.
Y después otra.
Y otra más.
Se secó el rostro con la mano libre, la que no tenía la cánula del suero clavada en la piel. A