Capítulo 121 – Reposo, Recuerdos y Nuevos Planos
Antes de dejar el sanatorio, Anahir tuvo una última ecografía. El sonido del corazón de su bebé llenó la sala como una melodía sagrada.
—Ocho semanas exactas —dijo la ecografista con una sonrisa amable—. Y está todo perfecto. Un bebé fuerte, con ritmo estable y buen desarrollo.
Nicolás apretó la mano de Anahir y le besó la frente con ternura. Salieron del hospital al mediodía, con indicaciones claras: reposo relativo, sin esfuerzos y sin visitas a la obra por ahora. Nicolás se iría por las mañanas y parte del mediodía, pero las tardes serían de ellos. De mimos, cuidados y charla.
Cuando llegaron a casa, Anahir se sintió extrañamente frágil. No podía hacer mucho, y eso le generaba una ansiedad silenciosa. Una vez que Nicolás salió para la obra, se acomodó en el sillón con una manta y llamó a su mamá.
—Hola, má.
—Hola, mi amor. ¡Estás en casa ya! ¡Gracias a Dios! ¿Y el bebé?
—Ocho semanas... todo bien. Pero me siento... rara. No sé