Mundo ficciónIniciar sesiónSinopsis: Planos de Venganza Anahir Montes, una talentosa arquitecta, ve cumplido su sueño al liderar el diseño de un lujoso hotel cinco estrellas. Sin embargo, su vida perfecta se derrumba cuando, convencida de que Fabricio Castiglioni, su pareja e ingeniero del proyecto, le propondrá matrimonio, lo descubre siéndole infiel con Fátima Lombardi, una poderosa inversionista. La traición de Fabricio no solo rompe su corazón, sino que también revela una oscura verdad: él ha estado robando su trabajo y saboteando su reputación para brillar ante los inversionistas. Desesperada y humillada, Anahir encuentra apoyo en Nicolás Martínez, un capataz humilde pero atento. Lo que ella no sabe es que Nicolás es, en realidad, el mayor inversionista del proyecto, infiltrado para destruir a Fabricio, quien arruinó la vida de su hermana al abandonarla embarazada. Unidos por la sed de justicia, Anahir y Nicolás enfrentan sabotajes y conspiraciones, mientras una atracción inevitable surge entre ellos. Pero Nicolás guarda secretos, y cuando le confiesa: “Me quemó por ti”, Anahir comprende que él ha sacrificado todo por protegerla. ¿Podrá perdonarlo al descubrir su verdadera identidad? Planos de Venganza es una historia de amor, traición y redención, donde la ambición y la pasión chocan, y solo la verdad puede abrir el camino hacia un futuro.
Leer másCapítulo 1
Entre Sueños y Sombras El sonido constante de martillos y sierras acompañaba a Anahir Montes mientras recorría la obra. El calor de la tarde se filtraba por cada rincón, pero ella ni lo notaba. Su mente estaba enfocada en encontrar el error que Fabricio mencionó. Había revisado cada plano, cada cálculo, cada detalle de la piscina. Todo estaba perfecto. Después de horas encerrada en el banco de trabajo en el sector alejado a las oficinas, suspiró profundamente. Creo que Fabricio se equivocó, pensó, pero se sintió culpable al instante. Él era meticuloso, siempre atento. Tal vez fui yo la que pasó algo por alto. Decidió dar una vuelta por la obra para despejarse. Saludó a los obreros que, al verla, sonreían con genuino aprecio. —¡Arquitecta, qué bueno verla! —dijo Mateo, uno de los herreros, secándose el sudor con el dorso de la mano. —¿Todo bien, Mateo? —preguntó ella con amabilidad, notando el cansancio en su rostro. —Sí, pero... el ingeniero nos pidió cambiar las medidas de las vigas del lobby otra vez. Ya las habíamos cortado como usted indicó... —El hombre se notaba frustrado. Anahir frunció el ceño, tratando de ocultar su molestia. —Lo sé. —Suspiró—. No se preocupen, yo me encargo. Ustedes solo sigan las medidas correctas. No voy a permitir que pierdan su salario por errores que no son suyos. Los obreros asintieron con alivio. Anahir siempre defendía su trabajo, y ellos lo sabían. Cada peso ganado era fruto de su esfuerzo, ella venía de una familia de obreros y conocía de primera mano lo que era trabajar bajo el sol ,la lluvia,el frío ,el calor o el viento para llevar el sustento a cada hogar y ella no iba a dejar que los constantes "ajustes" de Fabricio los perjudicaran. Había notado ese patrón,cambios de último minuto, materiales desaprovechados, costos adicionales que curiosamente beneficiaban a la empresa. Pero nunca lo cuestionó abiertamente. Fabricio sabe lo que hace, se repetía. Son ajustes necesarios. Mientras caminaba, observó con orgullo el sector avanzado de la obra donde ya se podía ver parte de lo que sería su majestuoso proyecto. Recordó las noches sin dormir, los borradores descartados, los momentos en los que dudó de sí misma. Pero todo había valido la pena. Este diseño es mi alma plasmada en cemento y acero. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció al fijarse en el cartel junto a la maqueta: " Ingeniero Fabricio Castiglioni (y, en letras pequeñas, casi ocultas, al costado) Arquitecta Anahir Montes" El nudo en su pecho fue inmediato. Su sueño, su esfuerzo, reducido a unas letras diminutas que apenas se notaban. La impotencia la envolvió. Yo creé este proyecto desde cero... Recordó la emoción al ganar el concurso en su último año de universidad, las felicitaciones de sus profesores, las lágrimas de su madre ,el orgullo de su padre ,un simple obrero de la construcción que trabajo de sol a sol para ayudarla a pagar la universidad. Debería decir “Arquitecta ganadora del concurso de arquitectura Anahir Montes, alumna destacada y talentosa”, pensó, apretando los labios. Pero ahí solo estaba el nombre de Fabricio, brillando como el único protagonista de este show. Cerró los ojos, intentando calmarse. Fabricio siempre le decía que el reconocimiento llegaría, que todo era parte de un plan. Lo hace porque me ama, se repitió, como lo hacía cada vez que la inseguridad la atacaba. Cuando todo esto termine, compartiremos el éxito. Regresó a su oficina improvisada dentro de la obra, una pequeña habitación con una mesa desgastada, una laptop y decenas de planos apilados. Se sentó frente a su escritorio, aún frustrada por las horas perdidas buscando un error inexistente. Tomó su celular con manos temblorosas y le escribió un mensaje a Fabricio: " No encontré el error en la piscina. Creo que está todo bien. ¿Puedes venir para hablar?" El mensaje fue enviado, pero no hubo respuesta. Pasaron minutos, luego horas. Anahir suspiró, creyendo que estaría ocupado. Debe estar con los inversionistas, pensó, tratando de convencerse. Aun así, la inquietud se instaló en su pecho, pesada e incómoda. Marcó el número de su asistente, Mayte, que siempre sabía dónde estaba Fabricio. —¿Mayte? —preguntó, intentando sonar casual—. ¿Viste a Fabricio hoy? Hubo un silencio breve al otro lado de la línea, y luego la voz nerviosa de Mayte respondió: —Eh... no sé qué decirle, arquitecta. El ingeniero... no ha salido de la obra,creo .Quiere que le pregunté al guardia de seguridad del portón de entrada. El ceño de Anahir se frunció aún más. ¿No ha salido? Ella había recorrido toda la construcción y no lo había visto. ¿Dónde estaba entonces? -No , tranquila Mayte , disculpa que te moleste .Ya es hora de irte ,ve con tu familia por favor. El sol comenzó a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados. Anahir permanecía en su oficina, sola, mirando el celular cada pocos minutos. Cada sonido la hacía saltar, pero nada. El cansancio empezaba a pesarle, pero su mente no la dejaba descansar. ¿Estará molesto conmigo? Se mordió el labio, nerviosa Tal vez... tal vez se dio cuenta de que dudé de él. La noche ya había caído cuando su teléfono finalmente vibró. Su corazón se aceleró al ver el nombre de Fabricio en la pantalla. Abrió el mensaje ansiosa. "Ven a mi oficina." Seco. Directo. Sin emojis, sin palabras cariñosas. Anahir lo leyó varias veces, intentando descifrar algo entre líneas. Quizás está cansado, se dijo. Pero la idea que se repetía en su mente era otra: ¿Será hoy? ¿Me pedirá matrimonio? Fabricio había mencionado una sorpresa hace semanas. Desde entonces, Anahir había soñado con el momento en que él se arrodillara, con el anillo brillando entre sus dedos. Hoy es el día, se convenció. Guardó rápidamente los planos, acomodó su cabello, retocó su maquillaje y, con una sonrisa emocionada, se dirigió a la oficina de Fabricio. El trayecto fue breve, pero su corazón latía con fuerza. Cada paso era un latido más fuerte, más expectante. Todo valdrá la pena. Fabricio me ama. Lo sé. En el trayecto hacia la oficina de su novio, no vio al asistente de Fabricio en su puesto,era raro porque Raúl siempre salía a la misma hora que ellos . Pero últimamente Fabricio siempre tenía una excusa para irse más temprano que ella. Pero cuando el ingeniero se iba su asistente también, por eso ,por en su mente se imagino el mejor de los escenarios para pedirle matrimonio. Él la conocía tan bien ,que seguro preparó algo romántico en su oficina o la llevaría a la última "Losa plana " donde se arrodillaria y le mostraría el anillo. Ese lugar es donde a ella le encantaria vivir un momento único como ese. Con ese pensamiento llego a la puerta de la lujosa oficina ,la puerta estaba entreabierta,un aroma dulce y peculiar le golpeó los sentidos entonces los escucho..Capítulo — Conversaciones del Corazón Era una tarde templada, en Colonia , Julián dormía plácidamente en el sillón y había caído rendido después de la escuela, con una sonrisa diminuta, mientras Julia terminaba de ordenar el living. Alejandro estaba arreglando los planos en su rincón de trabajo .Recién había llegado de Montevideo donde había ido a una reunión de equipo. Aquella imagen bastaba para llenar de ternura toda la casa. El timbre sonó. Julia se limpió las manos y fue a abrir, sin imaginar la sorpresa que la esperaba. —¡Aydén! —exclamó al ver a su sobrino parado en la puerta. Él sonrió con ese aire encantador que siempre lo caracterizaba. —Hola, tía Julia. ¿Se puede pasar? —¡Por supuesto! —respondió ella, abrazándolo con emoción—. No puedo creer lo lindo que estás… Detrás de él apareció Milagros Saavedra, la hija de Clara y Martín. Julia sonrió al reconocerla enseguida. —Milagros… qué linda estás, mi amor. No puedo creerlo, te tuve en brazos cuando eras una bebé, en e
Capítulo — El Primer Mes de Julián El sol entraba por la ventana de la habitación con una luz dorada y tibia. El reloj marcaba las nueve de la mañana y el canto de los pájaros parecía mezclarse con los suaves balbuceos del pequeño Julián, que movía sus piernitas en la cuna como si ya quisiera descubrir el mundo. Alejandro se levantó con una sonrisa somnolienta, despeinado y con la camiseta del revés. Julia, desde la cama, lo miraba divertida. —Te juro que sos el papá más aplicado del planeta —le dijo, riendo—. Te levantás más rápido que yo. —No quiero perderme nada —contestó él, acercándose a la cuna—. Este pequeñito crece por minuto. Lo tomó con cuidado, con esa torpeza tierna de los padres primerizos que todavía temen apretar demasiado, y lo apoyó sobre el cambiador. —Bueno, campeón, llegó la hora del pañal nuevo —le dijo con voz dulce. Julia lo observaba desde la cama, entre divertida y conmovida. Alejandro hablaba con su hijo como si el bebé entendiera cada palabra. —A ver,
Capítulo — El Milagro de Julián La madrugada en Colonia estaba tranquila, como si la ciudad entera se hubiera detenido para esperar un acontecimiento especial. En la casita recién renovada, Julia se movía inquieta en la cama. Sus manos acariciaban el vientre mientras sentía esas contracciones intensas, diferentes a las anteriores. —Ale… —susurró con un hilo de voz, despertando a Alejandro, que dormía junto a ella en a la cama. Él abrió los ojos de golpe, como si hubiera estado esperando ese momento desde siempre. —¿Qué pasa, Juli? Ella lo miró con los ojos brillantes, entre miedo y emoción. —Es el momento… nuestro hijo quiere nacer. Alejandro sintió un vuelco en el corazón. Le acarició la cara y se inclinó para besarle la frente. —Respirá conmigo, mi amor. No voy a dejarte sola. Mientras Guillermo y Lili llegaban a la casa para llevarlos al hospital, Alejandro sacó el celular y con manos temblorosas escribió en el grupo familiar. “Papá, mamá, Juli entró en trabajo de parto. E
Capítulo — El Baby Shower de Julián Julia despertó lentamente, acunada por un calor distinto: los brazos de Alejandro rodeándola, su respiración acompasada contra su cuello, la calma de haber dormido juntos después de tanto tiempo de palabras y anhelos contenidos. Se movió apenas y él abrió los ojos, sonriendo con esa mezcla de cansancio y felicidad que la hizo estremecer. —Buen día, novia —susurró, con la voz ronca. Julia rió bajito, escondiendo el rostro en su pecho. —Buen día, Ale. Él le acarició el cabello, apartándole un mechón de la cara con delicadeza. —No sé cómo explicarlo, Juli, pero soy muy feliz. No voy a mentirte: no sé si esto es amor todavía… capaz que sí, capaz que está naciendo. Pero lo que sí sé es que tengo muchas ganas de que funcione. —Le acarició la panza con ternura—. Y que nuestro hijo viva en un hogar de verdad, con un papá y una mamá que lo cuiden juntos. Julia lo escuchaba con el corazón latiendo fuerte. Le gustaba esa sinceridad cruda, sin ad
Capítulo — Una Noche Escrita por el Hado El domingo., Julia estaba recostada en el sillón, hojeando un libro que no lograba concentrarla. Alejandro, mientras tanto, parecía inquieto. Caminaba de un lado a otro, con esa energía contenida de quien está a punto de desvelar un secreto importante. —¿Qué te pasa, Ale? Estás como un león enjaulado —preguntó ella, arqueando una ceja con una mezcla de curiosidad y dulzura. —Nada… bueno, en realidad sí. Estaba pensando… —se detuvo frente a ella, con esa sonrisa que mezclaba nerviosismo y una suave determinación—. ¿Querés salir conmigo esta noche? Una cita. Julia parpadeó, la sorpresa dibujada en su rostro. —¿Salir? ¿Así… de novios, en serio? —Exacto —contestó él, inclinándose para tomarle la mano con firmeza y calidez—. Dejar un rato la casa, el bebé, las preocupaciones. Solo vos y yo, caminando por Colonia como cualquier pareja que se está descubriendo. Una pausa en este remolino. El corazón de Julia dio un vuelco. Era lo que ambos necesit
Capítulo — Un Fin de Semana de Ellos La casa estaba en calma. El sábado había comenzado con el desayuno donde, entre nervios y sonrisas, Alejandro le había pedido a Julia que fueran novios. Ella había aceptado con esa prudencia que la caracterizaba, aclarando que lo harían “despacio”. Pero la chispa ya estaba encendida, y los dos lo sabían. Desde entonces, la convivencia fluyó con una naturalidad sorprendente. Alejandro, que hasta ese día había dormido en el hotel, decidió quedarse en la casita de Julia. Cocinaba, ayudaba en lo que podía y, sobre todo, buscaba la forma de hacerla reír. —Contame, ¿qué te gusta comer, Julia? —preguntó él mientras revisaba la heladera. —Me gusta casi todo… menos el pescado. —¿En serio? ¡A mí me encanta! —se rió. —Bueno, yo no le voy a cocinar pescado a Julián. Así que vos le enseñás o lo llevás a comer a algún lado —respondió ella con picardía. —Hecho —contestó Alejandro, inclinándose para besarla. No perdía oportunidad de acariciar su vientre y





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