18:20 hs. - PERSECTIVA: Salomé.
—Bien. Ya terminé.
—Déjame ver...
Lunes por la tarde en el salón de la casa de Guillermo. El chico curiosamente dispuesto a estudiar y su madre observando todo muy de cerca.
—Perfecto. Con lo que te costaban antes estas ecuaciones... —reí nerviosamente al ver que Mariela no me quitaba los ojos de encima.
—¿Puedo verlo? —sonrió luego ella, estirando una mano para que le diera la hoja.
Algo raro estaba sucediendo. No había dudas. Guillermo me había estado esquivando la mirada desde que había llegado y, a diferencia de otros días que la madre había estado de por medio, no había hecho absolutamente nada para que nos quedáramos a solas.
—¿Sucede algo, Mariela? —pregunté, un tanto lanzada. No me había gustado la forma en la que me había pedido revisar el papel.
—No... —dijo, sin más—. Continúen.
La siguiente media hora siguió de la misma manera; conmigo corrigiendo lo que me dejaba el chico y la señora de la casa queriendo comprobar todo antes de darlo por fi