02:22 hs. — PERSPECTIVA: Damián.
—Quita, gata.
Sonoramente molesta, pero casi sin levantar el tono de voz, Salomé apartó a Luna de su camino y, como las últimas cuatro noches, dejó la habitación para irse a hacer no sé qué cosa a no sé qué otra parte de la casa.
Aquel día llegué del trabajo y, con la esperanza de que ya se le hubiese pasado el enfado, nada más entrar fui a buscarla directamente a ella. Para mi asombro, me recibió con una sonrisa y con un besito en los labios, el primero en muchos días. Estaba inusualmente contenta, por lo que me emocioné y creí que por fin todo había vuelto a la normalidad. Pero no, me equivocaba... Después de comer, cuando fui a darle un abrazo, me invitó amablemente a que se lo fuera a dar a mi "amiga Lau". Luego de eso, se encerró en el bañ