Mi espalda se arqueó, sin embargo, luchaba por mantener su mirada. La punta de su miembro presionó mi entrada y con una maldición susurrada, Tristán embistió dentro de mí, llenándome por completo.
Grité, echando mi cabeza hacia atrás contra la pared. La palma de Tristán se deslizó entre mi nuca y la dura superficie para amortiguar la brusquedad.
—No puedo hacer el amor esta noche. —Murmuró, con voz baja y entrecortada.
No tuve tiempo de asentir, ni de abrir mis ojos que se habían puesto en blanco. Salió y volvió a entrar, hundiéndose más profundo.
La sensación de plenitud y su miembro golpeando ese punto sensible dentro de mí, me volvía loca. Nunca había tenido sexo contra una pared. El contraste entre la dura pared y su cuerpo firme, encerrándome y manteniéndome inmóvil, era algo que jamás había imaginado.
—Se siente increíblemente bien. —Los labios de Tristán presionaron contra mi oído mientras envolvía su cuerpo alrededor del mío, sus caderas chocaban contra las mías a una velocidad