Gracia
Sus labios presionaron los míos nuevamente. Esta vez, fue un beso suave y considerado.
Di un paso atrás tambaleándome, pero el brazo de Tristán rodeó mi cintura y me atrajo hacia él. Respiré, inhalando su perfume masculino y el sabor mentolado de su boca.
Tristán inclinó la cabeza hacia la derecha, profundizando el beso. Mis labios se separaron, permitiéndole explorar cada centímetro de mí. Un estremecimiento recorrió mi espalda fría, haciéndome acercarme más a su cuerpo cálido.
Mi mente estaba nublada. Aun así, sabía que no debía estar haciendo eso.
Agarré su camisa e intenté apartar mi cabeza, pero Tristán sujetó mi nuca y me besó con más fuerza, negándose a soltarme hasta haberse saciado.
Inconscientemente, mi mano subió y rozó la piel de su clavícula, causando que el cuerpo de Tristán se estremeciera bajo mis dedos, enviando oleadas de fuego por mis venas.
Liberó mis labios con un mordisco brusco y me miró fijamente. Respiré, contuve el aliento y observé sus ojos inmóviles.