Capítulo 30
Gracia

La mayor parte era cierta, sí. Pero no estaba completamente perdida, podía trabajar.

Suspiré. —¿Dónde está la cocina?

Me examinó de pies a cabeza, tal como había hecho el gerente del equipo hace un momento, antes de señalar hacia la derecha.

—En la esquina derecha —dijo—. Quiero dos cucharadas de azúcar en mi café negro.

Atónita, la miré fijamente. ¿Cómo sabía que...?

—El jefe se asegura de que los casos de nepotismo como tú, empiecen por ahí. —Me explicó antes de que mis pensamientos se dispararan.

Asentí secamente y me dirigí hacia la cocina. Todos tenían que empezar por algún lado, ¿no? No podía ser tan malo. Acababa de ser insultada y humillada, aún así, era mejor que no tener trabajo en absoluto.

Pero me equivoqué, cuando preparé el café y lo llevé a cada escritorio, lo aceptaron sin dar las gracias. Cuando le di el café al señor Castillo, arrojó la taza al suelo y comenzó a gritar.

—¡¿Esto es de lo que eres capaz?! Ve a prepararlo otra vez y hazlo menos amargo.

Me di la vu
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