El mensaje de Víctor retumbaba en la cabeza de Valentina mientras el amanecer apenas comenzaba a asomar por las ventanas del refugio. Sebastián dormía en el sofá, agotado después de revisar durante horas los nuevos documentos filtrados. Tomás no estaba; había salido a reunirse con un contacto en la fiscalía. La casa estaba en silencio, pero el aire se sentía denso, como si el mundo entero contuviera la respiración.
Valentina volvió a leer el mensaje.
> “Hay algo más. Mucho más. Necesitamos hablar. Pero solo tú.”
Lo encriptado del mensaje la puso en alerta. Si Víctor, quien ya lo había arriesgado todo, pedía una reunión secreta sólo con ella… significaba que lo que estaba por revelar no podía llegar a oídos de nadie más, ni siquiera de sus aliados más cercanos.
Marcó el número de seguridad que habían acordado para emergencias.
—Código uno —dijo con voz firme.
Del otro lado, una voz digital respondió:
—Ubicación enviada. No lleve rastreadores. Vaya sola.
Valentina tomó una mochila peque