La tensión acumulada en el bar del hotel se había vuelto insoportable. Necesitaba escapar del control de Spencer antes de que me sofocara. Después de que se retiró a su suite, supuestamente para una videollamada de medianoche, supe que no podía dormir.
Me puse la ropa de civil más discreta que tenía y bajé al primer bar que encontré en la calle, a unas cuadras del hotel. Era un lugar pequeño, lleno de neón, un contraste perfecto con el lujo gélido del hotel. Pedí el trago más fuerte que tenían.
La necesidad de liberar la presión era más fuerte que el miedo a las represalias de Spencer. Me sentía atrapada entre su mirada fría y la promesa candente de Rogue.
Estaba a punto de pedir el segundo trago cuando mi teléfono cifrado vibró.
Rogue: ¿Ya volviste al frío, Casey? Siento la caída de temperatura hasta aquí.
Sonreí, un alivio genuino. El contacto de Rogue era un ancla a mi verdadera identidad.
Yo: Todavía en Nueva York. A punto de cruzar la línea roja. Literalmente, estoy bebiendo mi d