El resto de mi día en Aether Corp fue una neblina de correos electrónicos, llamadas filtradas y el constante miedo a cometer un error que pudiera costarme la libertad de mi padre. Spencer apenas me dirigió la palabra, comunicándose mediante notas escuetas o miradas rápidas.Cuando logré escapar de la torre a las 19:00, me sentí exhausta, pero mi mente estaba acelerada. La entrega en el puerto, el "trato" y la extraña insistencia en el silencio no me dejaban tranquila.Lo primero que hice fue ir al garaje familiar. El lugar era un caos, justo como me gustaba. Olor a anticongelante y caucho, y la familiar música de rock clásico a todo volumen.Mi hermano, Liam, estaba bajo un Chevrolet destartalado, su camisa grasienta. A sus diecinueve años, era más mecánico que yo, pero su corazón era demasiado grande y su cerebro demasiado impulsivo.—Casey, llegas tarde. Pensé que te habías fugado con el jefe millonario —dijo, sin salir de debajo del coche.—Ojalá —respondí, colgando mi carísimo sac
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