¿Qué tanto podría girar su vida si se entera que está embarazada de la noche a la mañana? Criada en Florida, Roxanne Smith siempre ha sido intrépida, extrovertida y hasta ambiciosa. Tres problemas rondan en su vida: Mía, su hermana de crianza sufre de una enfermedad autoinmune. Andrew, su hermano mayor, ha estado en la cárcel por dos años sin siquiera tener un abogado y Brooke, su sobrino e hijo de Andrew, a quien le había prometido cuidar mientras su padre no estuviera, está lejos de ella porque le han quitado la custodia total del niño por su desordenada vida. Extra: su prometido se acuesta con la hija de su jefe. Cuando de la nada había visto de frente al padre de su prometido, Paul Fournier, creyó que su vida no podía ser peor. Tan controlador, tan prepotente, tan carismático a su vez, el señor Fournier llega a su vida como un torbellino, para poner patas arriba su vida de la noche a la mañana. Él se considera absuelto de todo compromiso con alguna mujer porque la pérdida de su esposa varios años atrás lo hizo cerrarse al amor, hasta un punto de huirle por completo. Un ser sin sentimientos que ha aprendido por los golpes de la vida. ¿El cuarto problema cuál era? El padre de su hijo es nada más ni nada menos que el padre de su prometido. ¡Su suegro! ¿Cómo podrá Roxanne luchar contra su propias emociones cuando ambos tendrán que lidiar con sus sentimientos desde el primer momento en que se vuelven a ver? El destino los vuelve a unir así de improvisto, y tendrán que lidiar el uno con el otro sino quieren caer en la llama del deseo. Un amor prohibido y lleno de pasión no puede terminar como ellos quieren…¿O sí?
Leer másNo necesita sentarse en ese lugar, moviendo la pierna de un lado a otro, como si estuviera a punto de romper el piso con sus tacones a la espera dramática de aquel resultado. ¿En qué estaba pensando siquiera? ¿La atracción debería considerarse prohibida? Con creces, porque desde joven no había sido incoherente con sus decisiones. Pero esto…esto se ha salido de sus manos.
—¡Roxanne! —oye a su lado. Un alivio recorre su espina dorsal cuando ya se levanta y abre los brazos para recibirla. Su hermana de crianza y gran amiga suya, de esas donde compartes la copa, y los secretos del alma. De su misma estatura pero de pelo rojo como el bermellón, la toma entre sus brazos con suavidad—. Vine lo más rápido que pude.—Gracias Mia, es que esto está matándome. Aunque no es bueno que estés aquí. ¿Te tomaste tus medicamentos?—¡No hablemos de mí, Roxanne! ¿De qué hablas? ¡Me asustaste por ese teléfono!—Tienes que calmarte, porque sino perderemos ambas la cordura y yo ya estoy que se me sale el corazón…—¿Señorita Smith?La pregunta sale de un hombre en bata blanca detrás de ella, con una carpeta sobre sus manos.—Soy yo.—Los exámenes están listos. Acompañeme.—¿De qué exámenes está hablando? —Mia pregunta confundida, comenzando a caminar junto a ella.—¡Espera a que lo oiga decir de un doctor! Si lo oyes decir de mí, te tendré que llevar cargada por la impresión.Dentro de la oficina, mira hacia sus manos, apretadas y sudando mientras el doctor comienza abrir el sobre. Cuando empieza la cuenta regresiva para oír de ese veredicto, aprieta las manos de Mia. Pensando solo "Que no sea, que no sea."—Felicidades —entonces deja salir el doctor. El aire sale de sus pulmones—. Usted está embarazada.La lluvia de la ciudad ya está deteniéndose. Así que aprovecha entrar en el lugar, resonando los tacones y con una copa en la mano.
Está vestida como debe de ser. Un vestido formal y stilettos negros.La junta directiva empezará en unos segundos en la compañía de su prometido: Richard Fournier. Ha estado comprometida con él hace apenas unas semanas. Sin querer entrar en detalles por no querer recordar lo que habían vivido, estuve un tiempo soltera después de haberse enterado de su infidelidad, pero Richard llegó a vecindario, trajo un anillo y con todo el mundo viéndola, tuvo que decir que sí. ¡Ah! Cree que puede engañarla así tan fácil, pero no pensará en eso. El único idiota es él, que cree que una mujer perdona un engaño de la noche a la mañana. ¡Jamás! Roxanne Smith nunca dejaría que alguien la tratase como un desecho; aceptar la mano de Richard tenía algo más oculto. Es un francés que es heredero de la empresa de su padre, una multimillonaria que radica en Florida.Es la asistente del dueño de la compañía asociada. Y justamente hoy la ha mandado para que asista a la reunión en su nombre. No objetó, aunque quiso hacerlo incontables veces.Tiene días con malestar, dolores de cabeza y hasta vómitos. Cree que simplemente es uno de esos achaques que llegan de vez en cuando en esos momentos de espera. Está nerviosa también, porque desde dos semanas que no ve a su "prometido."Le había dicho que pronto le presentaría a su familia porque desde que lo había conocido, sólo conocía al padre de Richad por el nombre, no en persona, porque nunca lo había visto ni en foto.Deja la copa en donde está la mesa y se arregla el lápiz labial rojo.Entra a la reunión. Varios hombres ejecutivos están de pie, hablando y compartiendo una que otro chiste mientras empieza la junta.—Querida.Oye a su lado. El rostro se tensa al verlo y traga saliva. Pero aún así recibe un beso en su mejilla. Es Richard Fournier, su prometido.—Estás bellísima, Roxanne —Richard la observa de arriba hacia abajo—, demasiado hermosa.Toma un suspiro, pero termina por sonreír y le toma la mejilla.—Muchas gracias —expresa—. ¿Cómo estuvo tu vuelo?Richard toma su mano y empiezan a caminar.—Ya sabes, pesado. Bastantes horas de París hasta acá. Y bueno, creo que valió la pena.Al mirar a Roxanne, está sonriendo otra vez.—¿Sucede algo?¡Bastante cosas suceden! Pero no es capaz de mencionar una cosa. Tiene que hablar severamente con Richard, y no puede pasar de ese día. No cuando…su compromiso está en juego y todo por culpa suya, porque cualquier cosa podría salir mal en sus planes. Esos de vengar la traición de su prometido.—Richard —comienza, despacio y expectante—. Debemos hablar.—Por supuesto, querida. A ver, ¿Qué quieres decirme?—Es que yo…Richard observa encima de su hombro, e inevitablemente se le forma una sonrisa. La toma de los brazos.—Perdón por interrumpirte querida pero tengo algo que decirte también —Richard saluda con una mano a la persona que se acerca por detrás de ella.—Richard, es importante que hablemos. Muy importante, tan sólo escúchame y…—¡Papá! Por aquí. Estás justo a tiempo. Déjame presentarte a mi prometida, Roxanne Smith.Así que tiene que dejar de verlo para girarse por completo.Las piernas flaquean, el cuerpo tiembla de sobresalto y la respiración se atora en su garganta cuando se da cuenta a quien tiene al frente. Es un hombre, de ojos profundos y mirada penetrante, de ese color azul que también reposa en quien al parecer, es su hijo. No es la apariencia lo que la impresiona y mucho menos el sentido que mueve todas sus entrañas y hacen que aprieta por consecuencia el brazo de Richard.No, no. Esto no puede estar pasando.—Muy hermosa tu chica, hijo. Un placer. Paul Fournier a sus órdenes.Roxanne engulle la saliva pero no puede esperar más a estrechar su mano, sonriendo a medias y con falsedad.—La familia también quiere conocerla, así que es posible que marchemos a París para que la conozcan. Querida, mi padre vino para quedarse un tiempo en Florida por su compañía. Y aproveché el momento para que ambos se conocieran. Ya era hora, ¿No?Roxanne mueve la cabeza, como si tuviera razón.—Es un placer al fin conocerlo, señor. Richard me ha hablado mucho de usted —pronuncia con cautela, sumergida en la gran y vasta penuria que es recuperar la calma. ¿¡Cómo lo lograría si…?!—Richard también me ha hablado mucho de ti —el señor Fournier responde con suavidad. Tiene una voz cautivadora y un tono suave pero profundo—. Es un alivio que ya nos hayamos conocido.Ambos se quedan viendo y Roxanne no da para más. No en ese momento.—Iré al baño, si me disculpan.Ambos hombres la dejan pasar hacia la puerta.Roxanne aprovecha para llegar hacia el baño, tomar agua de ese grifo y abrir los ojos.—¡Este es tu peor día, Roxanne Smith! ¡Eres una boba, boba!Empieza a decirse. Sin embargo, la tanta rabia que acumula se ve caminando sobre su estómago, revolviendolo, y luego creando unas repentinas náuseas que necesitan salir ahora mismo de su cuerpo. Roxanne abre la primera puerta, se arquea y deja salir todo el vómito que le ha dejado ese repentino mareo.Se endereza repentinamente. Y se toca el rostro.—Ay, por Dios —exclama, con los ojos abiertos—. Ay, por Dios.—¿Roxanne?Tiene que salir del baño, encontrándose a Mia, que la ve ya horrorizada por su estado.—¿Qué te ocurrió? ¡Todos están preguntando por ti allá afuera! Yo creo que es momento que le digas ya a Richard que estás esperando un hijo.—Ese hijo no es de él —suelta Roxanne de una vez—. Eso es lo que estaba tratando de decirte ese día en el médico.—¿De qué estás hablando, Roxanne? —Mia inclina la cabeza con recelo. No le están gustando estas palabras.Roxanne vuelve a mirarse en el espejo, recuperando las fuerzas.—Hace meses que…estuve en un bar y conocí a un hombre, y bueno…—¿¡Te acostaste con un desconocido!?Roxanne no quiere responder a eso. Ya ni siquiera lo sabe.—Lo que tienes que saber es que estoy cien por ciento segura de que no es suyo. Él y yo no hemos estado juntos.—Roxanne, mujer, ¡Ahora sí has hecho la peor cosa en tu vida!—Eso no es lo peor —Roxanne se tapa los labios—. El verdadero padre está aquí.Por supuesto que lo está. El único hombre con el que había pasado tan sólo una noche en un club de Florida fue un hombre en los cuarenta, atractivo y varonil. Y ese hombre es Paul Fournier: el padre de su hijo y enterándose justo el día de hoy, también el padre de su prometido.Ni siquiera se siente ya con fuerzas y Roxanne coloca una mano en su vientre para calmar éstas angustia al tenerlo frente a ella. Cuatro meses han pasado desde la última vez que se vieron...—Paul…—¿Por qué, Roxanne?Paul la interrumpe con gravedad.—¿Por qué se te ocurrió ocultarme que estabas embarazada de mí? —Paul simplemente no puede creer lo que está viendo. Las palabras sobran porque su mirada dice lo mucho que dolido está—. ¿Cómo pudiste?—Paul, luchaba conmigo misma para no amarte, para alejarme de ti. ¿Crees que fue fácil para mí enterarme de esto después de saber quién eras tú? —unas pequeñas lágrimas se acumulan en los ojos de Roxanne y no tenía ni la mínima idea de qué hacer porque tener a Paul en estos momentos frente a sus ojos es igual que aniquilarse ella misma—. Nuestro trato fue por un pequeño tiempo y decidí trabajar contigo porque necesitaba el dinero y creí que podía lidiar con esto. Unos meses y ya no te volvería a ver más nunca.—Soy el padre de ese niño. No
La mirada de Richard cambia a una tranquila, pero lo conoce lo suficiente para saber que ese hombre no está ahí sólo por gusto. Este hombre es la viva definición del orgullo herido, porque aparecerse frente a ella y de éste manera es peor de lo que hizo aquella noche, y la rabia se apodera del rostro de Roxanne. Las palabras y los reclamos enfrente de Paul y delante de todo el mundo es algo que se quedará en su mente por mucho tiempo. Sus manos incluso sienten algo similar al nerviosismo pero Roxanne alza su rostro. No está a gusto en seguir viendo su rostro, y por supuesto, Richard tampoco. —¿Viniste śolo para quedarte viendome? —inquiere Roxanne con rabia. ¿Quien se cree que es para aparecer delante de ella y de ésta manera? —Sólo pasaba por aquí —Richard responde. Su mandíbula está tan tensa que desde esa distancia incluso puede verlo—. ¿Muy contenta con tu embarazo? —¿Qué quieres, Richard? Todo lo que necesitabas decir ya lo dijiste, ¿No? Ya no hay más que tienes que pregunta
El centelleo de luz a través de sus ojos es lo suficientemente fuerte para ahuyentar el vacío de la soledad, y el pitido en su oído, que se unen con los demás sonidos alrededor del lugar donde se encuentra. El cuerpo está adolorido, como si hubiese sido demolido a golpes. E incluso siente dolor al respirar. Sus oídos siguen turbados pero es capaz de sentarse, con cuidado, sobre la cama que la arropa y no la deja salir y que no hay ninguna persona en el cuarto: es una habitación de un hospital. Mira hacia todas partes para entender que de hecho, es una paciente de un hospital. ¿Qué sucedió? se pregunta, llevándose la mano hacia la cabeza. Observa las manos, las dos con intravenosas. Algo que le parece extraño, sin saber qué decir o qué hacer porque tiene que adaptarse a la luz encandilada del cuarto.Roxanne se lleva la mano hacia su vientre.—¿Qué nos pasó, bebé? —susurra a la nada. De repente, siente miedo. Todos los recuerdos de aquella noche la azotan como un torrente de electr
—¿¡Qué mierda Roxanne?! ¿¡Qué significa esto?!Y su mundo colapsa por completo. No oye las voces, ni los sonidos a su lado, no oye absolutamente nada porque su mundo se derrumba, dejando atrás de ella el pesar, el derrumbe por completo de aquel lugar. De todo. No se oye ningún sonido excepto el de sus tímpanos, que se apresuran y dejan en claro que no hay salida. Ya no la hay. Roxanne sabe que Richard la está gritando pero ni siquiera corresponde a eso. Su mundo se viene para abajo.—¡Mírame! —escupe Richard, furioso. En sus ojos se observa, con claridad, la llama de un fuego, que destila odio, furor. Es peor de lo que imagina. No hay nada en su mundo que le haga regresar a la realidad. Pero tiene qué hacerlo y se aleja de la barandilla, pero Richard vuelve a empujarla contra él. Y sin tener un intento para regresar una vez más a la vida, Roxanne recapacita cuando el agarre de Richard se vuelve más fuerte.—Suéltame, me lastimas —Roxanne simplemente quiere tirar todo a la borde, si
Es irremediable que no sienta un profundo desliz de rabia una vez coloca los ojos Marie mientras su mente procesa sus palabras. Claro… Victoria. Pero en tal caso de que haya sido ella, Richard no tiene ningún derecho sobre ella y su hijo para gritar a toda voces que él es maldito padre. ¡No lo es! Una rabia aglomerada en su entrañas se disparan con vigor, sintiendo la opresión en su pecho como si tuviera la punta de un cuchillo sobre su piel. Deja la mesa para pasarse la mano por la cabeza, perdiendo la poca paciencia que le quedaba. —No tengo pruebas de que haya sido ella —comienza Roxanne—, pero tengo motivos para desconfiar. Pero ahora, ese imbécil me escuchará —y señala la puerta mientras no quiere controlar sus ganas se refugian simple enojo, desesperación y cólera. Con tales emociones no se piensan bien, y Roxanne no está en todos sus cabales. —¡Roxanne, espera! —la ataja Marie por el brazo—. No debes agarrar emociones. Viniste desde tan lejos, no has comido, debes estar ex
—¿Qué estás diciendome? Tal vez no vuelva a respirar correctamente después de esto. Tal vez no vuelva siquiera dormir bien por las noches después de éste día y quizás no recibiera un perdón de alguien que claramente tendrá que recibir una explicación que, sin saber cómo ocurrió, se le salió de las manos. ¿Todo el mundo lo sabe?¿Todo el mundo sabe que está…embarazada…?Hiperventila cuando se levanta y camina por toda la sala. Su ceño está apretado, pero su conmoción indica que sin duda alguna ha perdido la razón.—Esto no puede estar pasando —refleja su angustia y desesperación tocándose la cabeza—. ¿¡Cómo que todo el mundo, Marie!? ¿¡Cómo se atrevió a decir algo así!?—No lo sé, amiga. Pero lo único que sé es que toda la compañía ahora sabe de esto —cuando las palabras de Marie salen de improviso su corazón se detiene. ¿Toda la compañía? Esto no puede estar sucediendo—. ¿Él no es el padre, verdad…?—¡Por supuesto que no! —exclama, desesperada y enojada—. Por Dios, yo debo volver.—T
Último capítulo