PROHIBIDO: EN LOS BRAZOS DEL CEO
PROHIBIDO: EN LOS BRAZOS DEL CEO
Por: andreyflor
1. Embarazada

No necesita sentarse en ese lugar, moviendo la pierna de un lado a otro, como si estuviera a punto de romper el piso con sus tacones a la espera dramática de aquel resultado. ¿En qué estaba pensando siquiera? ¿La atracción debería considerarse prohibida? Con creces, porque desde joven no había sido incoherente con sus decisiones. Pero esto…esto se ha salido de sus manos.

—¡Roxanne! —oye a su lado. Un alivio recorre su espina dorsal cuando ya se levanta y abre los brazos para recibirla. Su hermana de crianza y gran amiga suya, de esas donde compartes la copa, y los secretos del alma. De su misma estatura pero de pelo rojo como el bermellón, la toma entre sus brazos con suavidad—. Vine lo más rápido que pude.

—Gracias Mia, es que esto está matándome. Aunque no es bueno que estés aquí. ¿Te tomaste tus medicamentos?

—¡No hablemos de mí, Roxanne! ¿De qué hablas? ¡Me asustaste por ese teléfono!

—Tienes que calmarte, porque sino perderemos ambas la cordura y yo ya estoy que se me sale el corazón…

—¿Señorita Smith?

La pregunta sale de un hombre en bata blanca detrás de ella, con una carpeta sobre sus manos.

—Soy yo.

—Los exámenes están listos. Acompañeme.

—¿De qué exámenes está hablando? —Mia pregunta confundida, comenzando a caminar junto a ella.

—¡Espera a que lo oiga decir de un doctor! Si lo oyes decir de mí, te tendré que llevar cargada por la impresión.

Dentro de la oficina, mira hacia sus manos, apretadas y sudando mientras el doctor comienza abrir el sobre. Cuando empieza la cuenta regresiva para oír de ese veredicto, aprieta las manos de Mia. Pensando solo "Que no sea, que no sea."

—Felicidades —entonces deja salir el doctor. El aire sale de sus pulmones—. Usted está embarazada.

La lluvia de la ciudad ya está deteniéndose. Así que aprovecha entrar en el lugar, resonando los tacones y con una copa en la mano.

Está vestida como debe de ser. Un vestido formal y stilettos negros.

La junta directiva empezará en unos segundos en la compañía de su prometido: Richard Fournier. Ha estado comprometida con él hace apenas unas semanas. Sin querer entrar en detalles por no querer recordar lo que habían vivido, estuve un tiempo soltera después de haberse enterado de su infidelidad, pero Richard llegó a vecindario, trajo un anillo y con todo el mundo viéndola, tuvo que decir que sí. ¡Ah! Cree que puede engañarla así tan fácil, pero no pensará en eso. El único idiota es él, que cree que una mujer perdona un engaño de la noche a la mañana. ¡Jamás! Roxanne Smith nunca dejaría que alguien la tratase como un desecho; aceptar la mano de Richard tenía algo más oculto. 

Es un francés que es heredero de la empresa de su padre, una multimillonaria que radica en Florida.

Es la asistente del dueño de la compañía asociada. Y justamente hoy la ha mandado para que asista a la reunión en su nombre. No objetó, aunque quiso hacerlo incontables veces.

Tiene días con malestar, dolores de cabeza y hasta vómitos. Cree que simplemente es uno de esos achaques que llegan de vez en cuando en esos momentos de espera. Está nerviosa también, porque desde dos semanas que no ve a su "prometido."

Le había dicho que pronto le presentaría a su familia porque desde que lo había conocido, sólo conocía al padre de Richad por el nombre, no en persona, porque nunca lo había visto ni en foto.

Deja la copa en donde está la mesa y se arregla el lápiz labial rojo.

Entra a la reunión. Varios hombres ejecutivos están de pie, hablando y compartiendo una que otro chiste mientras empieza la junta.

—Querida.

Oye a su lado. El rostro se tensa al verlo y traga saliva. Pero aún así recibe un beso en su mejilla. Es Richard Fournier, su prometido.

—Estás bellísima, Roxanne —Richard la observa de arriba hacia abajo—, demasiado hermosa.

Toma un suspiro, pero termina por sonreír y le toma la mejilla.

—Muchas gracias —expresa—. ¿Cómo estuvo tu vuelo?

Richard toma su mano y empiezan a caminar.

—Ya sabes, pesado. Bastantes horas de París hasta acá. Y bueno, creo que valió la pena.

Al mirar a Roxanne, está sonriendo otra vez.

—¿Sucede algo?

¡Bastante cosas suceden! Pero no es capaz de mencionar una cosa. Tiene que hablar severamente con Richard, y no puede pasar de ese día. No cuando…su compromiso está en juego y todo por culpa suya, porque cualquier cosa podría salir mal en sus planes. Esos de vengar la traición de su prometido.

—Richard —comienza, despacio y expectante—. Debemos hablar.

—Por supuesto, querida. A ver, ¿Qué quieres decirme?

—Es que yo…

Richard observa encima de su hombro, e inevitablemente se le forma una sonrisa. La toma de los brazos.

—Perdón por interrumpirte querida pero tengo algo que decirte también —Richard saluda con una mano a la persona que se acerca por detrás de ella.

—Richard, es importante que hablemos. Muy importante, tan sólo escúchame y…

—¡Papá! Por aquí. Estás justo a tiempo. Déjame presentarte a mi prometida, Roxanne Smith.

Así que tiene que dejar de verlo para girarse por completo.

Las piernas flaquean, el cuerpo tiembla de sobresalto y la respiración se atora en su garganta cuando se da cuenta a quien tiene al frente. Es un hombre, de ojos profundos y mirada penetrante, de ese color azul que también reposa en quien al parecer, es su hijo. No es la apariencia lo que la impresiona y mucho menos el sentido que mueve todas sus entrañas y hacen que aprieta por consecuencia el brazo de Richard.

No, no. Esto no puede estar pasando.

—Muy hermosa tu chica, hijo. Un placer. Paul Fournier a sus órdenes.

Roxanne engulle la saliva pero no puede esperar más a estrechar su mano, sonriendo a medias y con falsedad.

—La familia también quiere conocerla, así que es posible que marchemos a París para que la conozcan. Querida, mi padre vino para quedarse un tiempo en Florida por su compañía. Y aproveché el momento para que ambos se conocieran. Ya era hora, ¿No?

Roxanne mueve la cabeza, como si tuviera razón.

—Es un placer al fin conocerlo, señor. Richard me ha hablado mucho de usted —pronuncia con cautela, sumergida en la gran y vasta penuria que es recuperar la calma. ¿¡Cómo lo lograría si…?!

—Richard también me ha hablado mucho de ti —el señor Fournier responde con suavidad. Tiene una voz cautivadora y un tono suave pero profundo—. Es un alivio que ya nos hayamos conocido.

Ambos se quedan viendo y Roxanne no da para más. No en ese momento.

—Iré al baño, si me disculpan.

Ambos hombres la dejan pasar hacia la puerta.

Roxanne aprovecha para llegar hacia el baño, tomar agua de ese grifo y abrir los ojos.

—¡Este es tu peor día, Roxanne Smith! ¡Eres una boba, boba!

Empieza a decirse. Sin embargo, la tanta rabia que acumula se ve caminando sobre su estómago, revolviendolo, y luego creando unas repentinas náuseas que necesitan salir ahora mismo de su cuerpo. Roxanne abre la primera puerta, se arquea y deja salir todo el vómito que le ha dejado ese repentino mareo.

Se endereza repentinamente. Y se toca el rostro.

—Ay, por Dios —exclama, con los ojos abiertos—. Ay, por Dios.

—¿Roxanne?

Tiene que salir del baño, encontrándose a Mia, que la ve ya horrorizada por su estado.

—¿Qué te ocurrió? ¡Todos están preguntando por ti allá afuera! Yo creo que es momento que le digas ya a Richard que estás esperando un hijo.

—Ese hijo no es de él —suelta Roxanne de una vez—. Eso es lo que estaba tratando de decirte ese día en el médico.

—¿De qué estás hablando, Roxanne? —Mia inclina la cabeza con recelo. No le están gustando estas palabras.

Roxanne vuelve a mirarse en el espejo, recuperando las fuerzas.

—Hace meses que…estuve en un bar y conocí a un hombre, y bueno…

—¿¡Te acostaste con un desconocido!?

Roxanne no quiere responder a eso. Ya ni siquiera lo sabe.

—Lo que tienes que saber es que estoy cien por ciento segura de que no es suyo. Él y yo no hemos estado juntos.

—Roxanne, mujer, ¡Ahora sí has hecho la peor cosa en tu vida!

—Eso no es lo peor —Roxanne se tapa los labios—. El verdadero padre está aquí.

Por supuesto que lo está. El único hombre con el que había pasado tan sólo una noche en un club de Florida fue un hombre  en los cuarenta, atractivo y varonil. Y ese hombre es Paul Fournier: el padre de su hijo y enterándose justo el día de hoy, también el padre de su prometido.

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