Mundo ficciónIniciar sesiónSu corazón es una coraza impenetrable; frío y calculador, solo usa a las mujeres para follar, duro y salvaje. Alexander Castle, un hombre que conoce el significado del sacrificio y del dolor, se escuda detrás de una apariencia arrogante y narcisista para mantener el control de su perfecto mundo. Sin embargo, la vida es una dama que gusta de los juegos de azar y es por eso que coloca en su camino a la única mujer que puede derretir el hielo que cubre su corazón. Isabella Turner: tímida, inteligente, centrada, y con un profundo dolor en su interior, se convertirá en la obsesión de su jefe. ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar Alexander por tenerla? ¿Cuánto más debe soportar Isabella para poder encontrar la felicidad?
Leer másAspiro el aroma de los girasoles a medida que avanzo por un hermoso sendero cubierto de estas flores. Son mis favoritas, me encantan. Me parece estar soñando, pero se siente tan real. Escucho risas que llenan mi corazón de calidez, me siento como si estuviese en casa. El sol baña mi piel con sus cálidos rayos y me reconforta, es como si la tormenta se hubiese terminado para siempre.
De pronto una voz me detiene, no logro comprender lo que dice, pero es como si me llamara. Cada vez es más clara, más familiar, me recuerda su presencia, la dulzura de sus abrazos. Cierro los ojos y la veo a ella, rodeada de un halo de luz y sus ojos llenos de amor brillan colmando mi vida de paz.
Es la voz de mi mamá.
—Isabella, eres fuerte, tú puedes. —Su voz es una melodía que me guía entre los girasoles.
Corro hacia ella, pero a cada paso que doy, el sendero se vuelve más oscuro y las flores se marchitan a mi alrededor. La tierra se torna viscosa, atrapando mis pies.
—Mamá, ¿dónde estás? —Mi voz se pierde en el viento.
No la consigo, a pesar de que voy todo lo rápido que puedo, mis piernas se sienten cansadas y empieza a fallarme la respiración.
—Siempre estoy a tu lado. —Miro en todas las direcciones, pero sigo sin encontrarla.
Es como un espejismo borroso que se aleja cada vez que mis pies se mueven en su dirección.
La llamo.
Le suplico.
—No me dejes, no sé qué hacer. —Me arden los pulmones.
—Busca en tu corazón. —Lo destrozaron.
—No puedo, me duele mucho, no quiero seguir viviendo —gimo y caigo de rodillas.
—Tienes que hacerlo, yo sé que puedes —repite y su voz suena distante.
El miedo se adueña de mí. La oscuridad me envuelve.
—No, no puedo —lloro y cierro los puños en la arena.
Las flores han desaparecido y la hierba antes verde ahora es solo tierra seca y oscura. Empiezo a hundirme, agito mis brazos buscando de dónde agarrarme; sin embargo, no hay nada y me hundo cada vez más rápido.
Me ahogo en la desesperación, ahogando un grito que nadie puede oír.
Despierto agitada y con el corazón fuera de control. Es la primera vez que sueño con ella, es la primera vez que la escucho con tanta claridad. Hacía tanto tiempo que no veía su rostro, creí que la había olvidado, pero no es así. El recuerdo de mi madre continúa vivo en mi memoria.
Nunca más volveré a ser la débil, la que baja la cabeza cuando se siente derrotada. No van a destruirme, nunca más, lo juro por lo más sagrado que tengo en esta vida y no importa cuánto me cueste, voy a salir de este dolor, lo voy a superar.
Aspiro con fuerza al tiempo que cierro los ojos y elevo la cara al cielo. En silencio elevo una plegaria hacia mi madre agradeciéndole por seguir cuidándome, por permanecer a mi lado a pesar de que hace muchos años se fue de este mundo.
—Te extraño mucho, mami, extraño tus abrazos, tus besos, tu calor. Pero sé que estás aquí, en mi corazón, y mientras yo respire no existe nada que me obligue a olvidarte —susurro, sintiendo que la vida me entrega una segunda oportunidad para vivir y demostrar quién soy.
Mi mundo se desmorona de nuevo, pero no tengo tiempo para lamerme la herida.IsabellaRespiro hondo llenando mis pulmones. Controlo cada respiración, mi mente empieza a tener orden de nuevo, el caos se tranquiliza y aunque nada ha cambiado, al menos mis pensamientos se enfrían y me permiten analizar la situación con calma. Le robé cinco años, pero eso no le da derecho de usar a mi hijo en mi contra, no puede ser tan miserable de chantajearme con él.—¿Te sientes mejor? —Asiento con la cabeza, aunque mi corazón sigue latiendo muy fuerte—. Bien, entonces dime que fue lo que sucedió, ¿Por qué estaban tan alterados? —Fijo la mirada en Rogert, veo la preocupación en su rostro, pero también hay una chispa de reproche, de disgusto.—Me amenazó con quitarme a mi hijo si no no regreso con él —confieso sin adornos—. Quiere que volvamos a ser lo que fuimos, pero yo ya no puedo. —Mis lágrimas queman a medida que caen.—¿Te lo pidió antes o después de hacer cosas indebidas dentro del cuarto de un
La pasión se transforma en desafío. Mi corazón se enfría y deja de sentir.IsabellaMe siento entre la espada y la pared. Como suspendida en un vacío doloroso, que me roba el aliento. Hacía tanto tiempo que mi corazón no latía de este modo, que llegue a creer que estaba muerta por dentro, que solo era un caparazón vacío, pero ahora entiendo que solo lo necesitaba a él, el eco de su voz resonando en mi cabeza, agitando cada fibra de mí ser. Necesitaba a Alexander, pero es demasiado tarde para los dos, estoy atada a un compromiso que, aunque no deseo, voy a cumplir. Fernando me ha entregado demasiado a cambio de nada, y sí, lo he intentado de mil maneras, pero simplemente no lo puedo amar del mismo modo en el que amo al padre de mi hijo.—No pienso permitir que te alejes de nuevo de mi lado, eres mía Isabella —dice rompiendo el silencio en un tono tan frío como el hielo. Sus palabras se clavan en mis entrañas con dureza, mientras sus manos se cierran en puño a ambos lados de su cuerpo.
El fuego nos consume. Nos une. Nos alienta a entregarnos sin reservas.IsabellaMe envuelve con sus manos y tira de mí para subirme a la cama. Lo hago, subo mi falda hasta la mitad de los muslos y me acomodo a horcajadas sobre él. Me entrego a la sensación que su boca provoca en todo mi ser. Sus manos expertas me recorren explorando cada parte de mi anatomía.Jadeo dentro de su boca cuando su mano se apodera de mi pecho.—¿Eres real? —inquiere con la voz ronca por el deseo.—Lo soy —respondo ansiosa por ir más allá.—Te he esperado todo este tiempo, mi dulce Isabella —susurra y me levanta ligeramente.Le ayudo a apartar la bata de hospital, para luego bajar lenta y gustosamente mientras su falo me empala por completo. Me siento completa, llena. Siento que al fin estoy en el lugar correcto.—Dime que sigues siendo mía —exige hambriento de mí.—Lo soy. —A pesar de mi relación con Fernando, siempre he sido solo de él, de Alexander.Muevo las caderas de adelante hacia atrás una y otra vez
Mi corazón late apresurado, aunque los segundos siguen pasando lentamente.IsabellaOrganizo el traslado de mi papá a mi nueva casa, insistió en que nos quedáramos en la casa familiar, pero yo no puedo. Sus paredes me asfixian y siento que el techo se me viene encima, no podría vivir en paz aquí. Además, estoy convencida de que los recuerdos aceleran su condición. Por otro lado, la casa en la que vivo es de una sola planta, con espacios y entradas amplias que le van a facilitar la movilidad.—Señorita Turner, todo está preparado para llevar al señor a su casa —informa Lucas sacándome de mis pensamientos.—Ok, no puedo acompañarlos a casa, porque mi prometido sigue en el hospital, pero Mary los estará esperando —afirmo con una sonrisa en los labios, aunque él me mira como si quisiera sacarme los ojos.—Está bien —dice, pero su voz no es amable.—Señor Torres. —Lo detengo antes de que ponga un pie en las escaleras. Se gira en mi dirección y clava sus ojos de avellana en mí—. Desde ahora
Volver a verte, volver a ti. Mi corazón te ama con locura, pero la razón me dicta que me aleje.IsabellaCon mano temblorosa llamo a la puerta, al tiempo que risas infantiles y la voz de mi madre pronunciando mi nombre resuenan en mi cabeza. Esta casa una vez fue un hogar, el mío. Fui tan feliz, pero también sufrí tanto. No creo poder soportar volver a venir después de hoy.—Buenos días, ¿a quién busca? —pregunta la empleada al abrir la puerta.Una mujer de rostro avinagrado y cabello blanco perfectamente recogido en un moño que oculta cada mechón de cabello. Me mira de pies a cabeza como si acabase de morder un limón.—Al señor Jack Turner. Soy su hija. —Las palabras se clavan como agujas en mi lengua.—Disculpe —dice en tono despectivo—, conozco a la señorita Evelyn y créame, no es usted —añade e intenta cerrar la puerta, pero la sostengo con la mano.—Evelyn, no es hija de mi padre, solo es una impostora. Soy Isabella Turner, hija de Jack Turner, con su primera esposa —aclaro autor
¿Condena, redención o castigo?Deseo.IsabellaMis pies se mueven rápido hasta llegar al estacionamiento, desplazo la mirada por todo el espacio buscando la figura familiar, hasta que finalmente lo veo. Luce igual que siempre, serio, traje y lentes oscuros. Porte arrogante, como la de un dios inalcanzable. Voy hacia él, me sonríe al tenerme cerca y me doy cuenta de que, para mí, guarda un gesto especial.Somos amigos y la verdad es que lo quiero mucho. Tengo mucho que agradecerle.—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —Va directo al grano.—También estoy feliz de verte, Rogert. —Exhala. Sonrío.—Isabella, no estoy para jueguitos —dice—, de verdad, ¿por qué no me avisaste que vendrías? —Se quita los lentes y los guarda en el saco.—No tengo que pedirte permiso Rogert ni darte santo y seña de cada movimiento que hago. —Rueda los ojos—. Estoy consciente de lo mucho que me has ayudado y créeme, voy a estar en deuda contigo por siempre, pero aun así, es mi vida y puedo hacer lo que yo quie





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