El viento de octubre arrastraba las hojas secas por los jardines de la mansión Delacroix. Clara caminaba entre los setos, buscando un momento de paz después de días turbulentos. La tensión en la casa había crecido desde el incidente con Lady Mercy, y cada mirada parecía esconder una acusación silenciosa.
Se detuvo junto a la fuente central, donde el agua apenas murmuraba. El otoño había teñido el paisaje de ocres y dorados, convirtiendo el jardín en un lienzo melancólico. Respiró profundamente, agradeciendo ese instante de soledad.
Fue entonces cuando lo vio: un papel doblado, atrapado entre las ramas bajas de un arbusto. El viento lo agitaba como si quisiera liberarlo de su prisión vegetal. Clara se acercó por curiosidad y lo tomó entre sus dedos. Estaba arrugado, como si alguien lo hubiera estrujado con furia antes de deshacerse de él.
Lo desd