La luna se alzaba como un medallón de plata sobre los jardines de la mansión Delacroix. Clara observaba su reflejo en el espejo mientras cepillaba su cabello con movimientos pausados. La invitación de Lord Adrian para un paseo nocturno por los jardines había llegado esa misma tarde, escrita con aquella caligrafía elegante que ya reconocía. "Un asunto que discutir sobre la educación de Sophia", decía la nota. Pero Clara sabía, por el pulso tembloroso de la tinta en algunas palabras, que había algo más.
—Es solo una conversación sobre Sophia —se dijo a sí misma, intentando calmar el latido acelerado de su corazón—. Nada más.
Se colocó un chal sobre los hombros. La primavera avanzaba, pero las noches aún conservaban el frío del invierno que se resistía a marcharse. Eligió un vestido sencillo, de un azul profundo que