El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Matteo jugaba en el suelo con una pequeña torre de bloques de madera. Luca miraba a Bianca desde el marco de la puerta, observando cómo se inclinaba para limpiar una pequeña mancha de la mesa. La vida, pensó, finalmente se sentía tranquila. Pero también sabía que era hora de crecer un poco más.
—Bianca, he estado pensando... —comenzó Luca, tomando asiento frente a ella—. ¿Qué dirías si buscamos una casa nueva? Algo con más espacio para Matteo y para lo que venga.
Bianca levantó la mirada, sorprendida, pero su expresión pronto se transformó en una sonrisa.
—¿Ha