El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Matteo jugaba en el suelo con una pequeña torre de bloques de madera. Luca miraba a Bianca desde el marco de la puerta, observando cómo se inclinaba para limpiar una pequeña mancha de la mesa. La vida, pensó, finalmente se sentía tranquila. Pero también sabía que era hora de crecer un poco más.
—Bianca, he estado pensando... —comenzó Luca, tomando asiento frente a ella—. ¿Qué dirías si buscamos una casa nueva? Algo con más espacio para Matteo y para lo que venga.
Bianca levantó la mirada, sorprendida, pero su expresión pronto se transformó en una sonrisa.
—¿Ha
El sol matutino se colaba por las ventanas de la nueva casa, iluminando los rostros de Luca y Bianca mientras disfrutaban de su café. Desde el jardín, las risas de Matteo resonaban mientras jugaba con un pequeño coche de madera que Luca había construido para él. Bianca sonrió al escuchar su entusiasmo.—Tiene tanta energía desde que se despierta, —dijo Bianca, estirándose con una mezcla de cansancio y alegría—. A veces me pregunto de dónde saca tanta vitalidad.Luca rió, pero pronto su expresión se volvió pensativa.—Esa energía puede ser un regalo y un desafío, —respondió—. Pero quiero asegurarme de manejarla de la manera co
Los días en el pueblo continuaban fluyendo con un equilibrio casi perfecto. La galería de arte de Bianca se había convertido en un referente no solo para los lugareños, sino también para turistas que llegaban curiosos por su encanto y originalidad. Su colección combinaba el arte contemporáneo con piezas inspiradas en el paisaje local, lo que le daba un carácter único.Una tarde, mientras organizaba una pequeña exposición, Bianca fue abordada por dos hombres elegantes, de aspecto profesional. Se presentaron como inversores de una reconocida empresa internacional de arte y cultura.—Señora Bianca, —comenzó uno de ellos—, hemos estado siguiendo su trabajo. Creemos que tiene un potencial increíble y quisiéram
Las noches en la nueva casa de las colinas habían sido tranquilas desde su mudanza, pero últimamente la oscuridad traía consigo una inquietud que ni siquiera el cálido abrazo de Bianca podía disipar. Luca, quien había encontrado un equilibrio entre su pasado y su presente, comenzaba a luchar contra algo que no podía controlar: las pesadillas.En ellas, rostros conocidos de su antigua vida lo acechaban, miradas de reproche y dolor que lo hacían despertar empapado en sudor. A veces soñaba con Matteo en peligro, atrapado en un mundo que Luca había jurado dejar atrás. Bianca lo notó de inmediato, aunque Luca intentaba disimular.—Luca, amor, ¿qué está pasando? —preguntó una mañana mientras serví
Era una mañana tranquila en el taller de Luca, el sonido del martillo contra el metal llenaba el aire. Luca trabajaba en el motor de un viejo coche mientras Matteo jugaba en el patio con sus juguetes. Bianca estaba en la galería, preparando una nueva exposición. La vida parecía estar en un equilibrio perfecto.Entonces, un coche desconocido se detuvo frente al taller. Luca levantó la vista, limpiándose las manos con un trapo, mientras observaba a un hombre que bajaba del vehículo. Lo reconoció de inmediato. Era Alessandro, un antiguo aliado de su vida pasada. El tiempo había pasado, pero los años no habían borrado los recuerdos de sus días juntos en un mundo que Luca prefería olvidar.Alessandro, vestido con ropa sencilla pero elegante,
Era una tarde soleada cuando el coche de los padres de Bianca se detuvo frente a la nueva casa en las colinas. Bianca, con Matteo en brazos, salió a recibirlos. Aunque las relaciones con sus padres habían mejorado desde la reconciliación, esta era la primera vez que visitaban el hogar que ella y Luca habían construido juntos.—¡Mamá! ¡Papá! —dijo Bianca con una sonrisa nerviosa mientras ellos bajaban del coche.—Es hermosa la casa, Bianca —comentó su madre, admirando el entorno.Su padre, sin embargo, parecía más reservado. Aunque había dado su bendición tiempo atrás, aún guardaba cierta cautela hacia Luca.
El verano había llegado al pequeño pueblo, trayendo consigo días largos y cálidos. Una tarde, mientras Bianca regaba las flores en el jardín, vio un camión de mudanza detenerse frente a la casa vecina, que había estado deshabitada por años. Una pareja bajó del vehículo, seguidos por una niña de rizos oscuros y una gran sonrisa.—¡Mamá, papá! ¡Miren! —gritó Matteo desde el columpio, señalando a la recién llegada.Bianca sonrió y, tomando de la mano a Matteo, se acercó para saludar.—¡Hola! Soy Bianca, y este es Matteo. Vivimos aquí al lado.La mujer,
El sonido del viento acariciando las colinas del pequeño pueblo acompañaba a Bianca mientras caminaba hacia la galería, sosteniendo en sus manos una taza de té de hierbas. Se sentía diferente, aunque no podía definir exactamente cómo. Había notado ciertos cambios en su cuerpo en los últimos días, pero asumió que era el cansancio del trabajo y la vida cotidiana con un Matteo cada vez más activo.Sin embargo, esa tarde, después de un leve mareo, decidió visitar a la doctora del pueblo. La consulta fue breve, y el resultado la dejó atónita.—Bianca, estás embarazada.El corazón de Bianca se detuvo por un instante antes de acelerarse. La noticia
El amanecer llegó teñido de un gris profundo, con el cielo cubierto de nubes que anunciaban una tormenta inminente. El aire estaba pesado, y el silencio en el pueblo parecía anticipar lo que estaba por venir. Bianca observaba el horizonte desde la ventana de la cocina, con una sensación de inquietud que no podía ignorar. Luca entró desde el taller, sacudiéndose el polvo de las manos.—Va a llover fuerte esta noche —dijo, mirando por la ventana junto a ella—. Debemos asegurarnos de que todo esté seguro en la casa.Bianca asintió, pero no podía evitar pensar en sus vecinos, especialmente en los ancianos que vivían más cerca del río y en la nueva familia que apenas se estaba instalando en el pueblo.
Último capítulo