El teléfono de Matteo vibró sobre la mesa de la pequeña habitación de hotel en Roma. La luz tenue del amanecer apenas comenzaba a colarse por las cortinas, pero Matteo ya estaba despierto, repasando los documentos que Aurora había obtenido en la gala. Al mirar la pantalla, se encontró con un mensaje de un número desconocido:
"Si quieren respuestas, encuentren a Franco. Estará en Nápoles, en el Café Vesuvio, mañana a las 16:00. Vengan solos."
El mensaje no contenía más detalles, pero el nombre "Franco" le resultaba vagamente familiar. Matteo frunció el ceño, tratando de recordar, pero su mente estaba demasiado nublada. Fue Aurora quien lo interrumpió, entrando a la habitación con dos tazas de caf&eacu