La luz del sol apenas comenzaba a filtrarse por las ventanas del pequeño refugio en el que se habían escondido tras la emboscada en la mansión. Aurora estaba sentada en la mesa, con el mapa cifrado extendido frente a ella. Sus dedos seguían los trazos de los extraños símbolos mientras su mente intentaba unir las piezas del rompecabezas que su padre les había dejado. A su lado, Marco, con el brazo vendado después de su herida, observaba en silencio.
—Estos trazos... parecen una mezcla de coordenadas y algo más, quizá un código —murmuró Aurora, sin levantar la vista del mapa.
—Es un sistema antiguo, usado para ocultar ubicaciones sensibles. Necesitamos un libro de c