La mañana había comenzado con un aire tenso, pero ni Matteo ni Aurora se esperaban la tormenta que estaba a punto de desatarse. La noche anterior, Antonio les había advertido sobre la importancia de mantener un perfil bajo, pero confiaron demasiado en la discreción de aquellos que decían ser aliados. Uno de ellos, un hombre llamado Franco, que había trabajado para Luca en los últimos años de su vida, les había ofrecido información valiosa sobre Villa Rossa, un lugar que parecía ser clave en el laberinto de secretos que estaban desenterrando.
Sin embargo, todo cambió con una llamada telefónica inesperada.
—Matteo, necesitamos hablar —dijo Antonio con un tono urgente—. Franco... no es lo que aparenta. Recibí infor