El amanecer trajo consigo una extraña mezcla de alivio y desesperanza. La noche anterior había sido una prueba de fuego, una batalla que no solo había dejado cicatrices en los cuerpos de los hombres de Luca, sino también en el alma de los que habían sobrevivido. La organización de Luca estaba en ruinas: sus aliados más leales habían caído, sus recursos estaban al borde de la extinción, y las calles susurraban historias de un rey que había perdido su corona.
Bianca observaba el rostro de Luca mientras dormía en el sofá del pequeño apartamento que ahora usaban como refugio. Sus heridas aún eran frescas, tanto las visibles como las invisibles. Había algo diferente en él, una sombra que antes no estaba. Era como si el peso de los últimos meses finalmente lo hub