La noche había caído sobre las afueras de Milan, pero no había tranquilidad en el aire. La finca donde se llevaría a cabo el enfrentamiento final estaba rodeada por una oscuridad casi simbólica, como si la propia noche supiera que sería testigo de algo monumental. Luca se mantenía de pie junto a sus hombres, su figura imponente recortada contra las luces de los vehículos que iluminaban el terreno. Bianca lo observaba desde una distancia prudente, su corazón palpitando con una mezcla de miedo y determinación.
Luca giró hacia sus hombres, su voz firme rompiendo el silencio.
—Esta es nuestra oportunidad de terminar con esto. No habrá segundas oportunidades. Quiero que todos recuerden por qué estamos aquí y lo que estamos prote