Las noches en la nueva casa de las colinas habían sido tranquilas desde su mudanza, pero últimamente la oscuridad traía consigo una inquietud que ni siquiera el cálido abrazo de Bianca podía disipar. Luca, quien había encontrado un equilibrio entre su pasado y su presente, comenzaba a luchar contra algo que no podía controlar: las pesadillas.
En ellas, rostros conocidos de su antigua vida lo acechaban, miradas de reproche y dolor que lo hacían despertar empapado en sudor. A veces soñaba con Matteo en peligro, atrapado en un mundo que Luca había jurado dejar atrás. Bianca lo notó de inmediato, aunque Luca intentaba disimular.
—Luca, amor, ¿qué está pasando? —preguntó una mañana mientras serví