Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl cuarto del hospital estaba en penumbra, la pequeña Rocío dormía en su cuna, y su respiración era vigilada atentamente por unos padres primerizos que solo podían sentir amor infinito por la persona más importante de su vida.
- “No puedo creer que sea nuestra”, susurró él, como si temiera despertarla. - “Es real, Mariano. Y me da miedo de lo perfecta que es”, respondió Caroline, con la voz quebrada. Unos toques suaves en la puerta interrumpieron la intimidad. Francesco asomó la cabeza, discreto, con un ramo de flores en la mano. - “¿Se puede?”, preguntó Francesco. - “Adelante, tío consentido”, dijo Caroline, sonriendo cansada. Francesco dejó el ramo en una mesa y se inclinó hacia la cuna. Sus facciones endurecidas por la costumbre se suavizaron al ver a la pequeña. - “Dios mío, tiene tu boca, Caroline.






