Cap. 95. Un hombre enamorado
Los días de hospital habían quedado atrás. Marisol irradiaba una luz distinta, la de alguien que le había ganado la pulseada a la muerte. Francesco lo sabía, y por eso decidió que el momento no podía esperar más.
El salón estaba iluminado por cientos de luces pequeñas que parecían estrellas atrapadas en frascos de cristal. Las mesas estaban decoradas con flores blancas y toques de rojo intenso, como si cada pétalo quisiera anunciar la fuerza de ese amor.
Marisol llegó tomada del brazo de Caroline, vestida con un sencillo vestido azul que realzaba su serenidad. Francesco la esperaba en el centro, nervioso pero firme, rodeado de amigos y seres queridos. Cuando la vio, su corazón dio un vuelco.
Los amigos y familiares observaban expectantes, mientras Francesco, impecable, se levantaba con una serenidad fingida que apenas disimulaba los nervios.
Marisol lo siguió con la mirada. Su corazón latía tan rápido que por un momento creyó que todos podrían escucharlo.
- “Francesco”, sus