Mundo ficciónIniciar sesiónEl portón de hierro de la mansión familiar se cerró tras Mariano con un chasquido metálico. La expresión en su rostro no era de alivio, sino de satisfacción calculada. Había logrado exactamente lo que quería, su hermano ya no tenía refugio ni en sus propios padres; debía cerrar todas sus posibilidades, tal vez todos los años de maltrato habían servido para conocer los movimientos que daría Leonardo en su arrogancia.
Se acomodó el abrigo mientras subía al auto que lo esperaba. - “A la empresa”, ordenó Mariano, sin mirar al chofer, porque tenía que mandar unos mensajes en el camino. El trayecto transcurrió en silencio. Mariano repasaba mentalmente los próximos movimientos, como si todo lo vivido fuera solo el preludio de la verdadera partida de ajedrez. Cuando el vehículo se detuvo frente a la sede principal de su corporación, descendió con paso seguro. Subió directamente al último






