Dos días pasaron antes de que Emilia volviese a ver a Alexander. Los fines de semana eran los más ocupados en el club, y adicionalmente, estaba segura de que Sidorov tenía otros “negocios” a los cuales debía prestarles atención.
Durante esos días de ausencia, intentó recuperar su cartera donde estaban sus documentos, llaves y dinero; pero tras la tercera vez que Ludmila le aseguró que se encontraban en el vestidor y ella no los encontró, comprendió que la ama de llaves estaba jugando el papel de carcelera, siguiendo las órdenes de Sidorov.
En el fondo no le importó demasiado. Emilia no estaba indefensa ni atrapada. Quizás por casualidad o tal vez buena suerte, en su afán de irse, olvidó guardar su cargador, así que en sí, no estaba confinada en esa mansión sin poder escapar. Todos los días se comunicaba con Gabriel, manteniéndolo al tanto de su situación; de llegar a extremos, él estaba preparado para ir a buscarla.
Ella se estaba quedando allí por decisión propia, con la esperanza de