Dante se detuvo frente a la puerta. Había caminado con decisión desde su despacho hasta la habitación de Alicia, y aún así, ahora que tenía la mano alzada para tocar, se encontraba paralizado.
Había ensayado las palabras en su mente más de una vez. Cómo pedirle perdón. Cómo explicarle que lo que ocurrió entre ellos no había sido solo un momento de debilidad, sino una verdad que había estado ignorando por demasiado tiempo, que aunque haya cometido un gran error, con ella quería ser humano y enmendar su error.
Quería decirle que sí la quería. Que estaba dispuesto a intentarlo, a cambiar, a dejar atrás el dolor que lo encadenaba al pasado.
Pero… ¿y si era tarde? Aquella era una duda y también un temor.
Dante cerró los ojos un instante, dejando escapar un suspiro. Luego, finalmente, tocó la puerta.
—Alicia.
Silencio. Aquel silencio era un peso muy fuerte para Dante
—Quiero hablar contigo. Por favor.
Aquella espera se hizo eterna para Dante Moretti.
Pero entonces la puerta se abrió lenta