El sol apenas comenzaba a colarse por los ventanales de la oficina principal cuando Matteo ingresó sin anunciarse, el gesto serio en su rostro no era usual. Dante levantó la vista del informe que leía y, con solo una mirada, supo que algo grave se avecinaba.

—Dime que no es tan malo como parece —dijo Dante mientras dejaba la carpeta sobre su escritorio.

Matteo se acercó sin perder el temple, pero su silencio lo decía todo.

—Recibimos una llamada de urgencia desde Mallorca —comenzó el segundo al mando—. La construcción de la nueva sede tiene un retraso crítico, pero eso no es lo peor. Al parecer, el arquitecto jefe desapareció desde hace dos días. Nadie sabe nada de él, y han surgido rumores de que entregó planos a la competencia. Además todo esta mal, tenemos infiltrados en nuestra empresa.

Dante entornó los ojos, su mandíbula se tensó.

—¿El arquitecto Martín? ¿El español? ¿Filtración de datos, dinero?

Matteo asintió.

—Sí. Y por si fuera poco, la empresa que lidera los contratos de co