Alicia estacionó el coche frente al edificio de su departamento, el motor apagado resonando en la quietud de la noche. Las luces del estacionamiento iluminaban tenuemente los alrededores, y el sonido de sus tacones al pisar el suelo parecía el único eco en el aire. Sus pensamientos seguían a mil por hora, un caos en su mente mientras intentaba procesar las palabras de Dante, la forma en que él la había desbordado con sus preguntas. Su intento de evitar un embarazo de él, la llamada incómoda y la súbita desconfianza que crecía en su interior la hacían sentir como si estuviera atrapada en una red, una red de la cual no sabía cómo escapar.
Al salir del coche, sus ojos se fijaron en la sombra que se movía al final del estacionamiento, cerca de la entrada al edificio. Con el ceño fruncido, no pudo evitar sentirse observada. Era Marcus, conoce aquella sensación de ser observada por su ex prometido.
El hombre estaba de pie, cerca de su coche, pero la postura rígida de su cuerpo, su mandíbula