♡♡♡
El monitor emitía un pitido acompasado, lento pero estable. Savannah estaba sentada al lado de la cama, con las manos enlazadas alrededor de los dedos pequeños de su hijo. La habitación olía a desinfectante y a fármacos.
El silencio que la envolvía y la inquietaba era roto por el constante pitido de los monitores, los cuales le daban calma porque su hijo respiraba.
El niño dormía profundamente, con la cabeza vendada y la piel todavía pálida. Una vía venosa recorría su brazo, conectado a bolsas de líquidos que goteaban sin pausa. Ella había permanecido a su lado todo el tiempo, velando sus sueños y pendiente de que nada le hiciera falta, de que estuviera cómodo.
El médico que lo atendía entró en la habitación, con el semblante cansado, pero más relajado que el día anterior.
—Señora Savannah —la llamó suavemente, para no sobresaltarla.
Ella levantó la mirada, aún húmeda por las noches de insomnio y miedo.
—Doctor, ¿cómo está? ¿Mi bebé está bien? ¿Cómo salieron las tomografías? —preg